Esta pregunta puede parecer hoy en día una chorrada, sobre todo cuando la fotografía se ha convertido en una forma de arte autónomo que no necesita rendir cuentas ante nadie.
Sin embargo, creo que es interesante indagar en la filosofía implícita en la historia de la fotografía para comprender cómo hemos llegado a esta absoluta independencia.
En la actualidad, la foto no tiene por qué rendir cuentas ante ninguna clase de tribunal de lo real o lo pictórico. La imagen, por sí misma, genera un mundo lleno de significados que no tienen por qué apuntar a nada exterior a ella misma o buscar la verdad o la identificación con los hechos u otras formas de arte.
Por supuesto, dependiendo del tipo de fotografía que se realice, su relación con la realidad o el arte varía. El fotoperiodismo o la fotografía social tienen una deuda continua con lo real. Tienen su razón de ser en la descripción objetiva de los hechos. Mientras que la fotografía artística, por contra, tiene en su horizonte un campo ilimitado de libertad para generar registros propios
Sin embargo, esto no siempre ha sido así.
A mediados del siglo XIX, la fotografía valía en la medida en que era capaz de reproducir lo real. Aún se estaban apurando las técnicas y se planteaba la validez de un nuevo arte que estaba fuertemente determinado por la pintura realista.
Un ejemplo de esta deuda estética se encuentra en la escuela denominada High Art Photography, que desde 1850 hasta 1870 concibió la fotografía como mera imitación de las temáticas y las formas pictóricas, como se puede observar en las obras del gran O. G. Rejlander, quien mezclaba pintura con fotografías a través de espectaculares montajes.
Sin embargo, a principios del siglo XX, con el desarrollo de las vanguardias artísticas, la fotografía logró desvincularse de lo fáctico y lo pictórico para volverse una forma de expresión autónoma, igual que sucedió con la pintura, la música o la literatura.
Un ejemplo de esta autonomía se encuentra en la corriente fotodinamista de los hermanos Bragaglia, quienes a través de la sobreexposición buscaban captar el movimiento desdibujando los objetos y llenando la imagen de estelas dinámicas, siguiendo los principios del Futurismo.
El gran paradigma de esta concepción liberal de la fotografía se encuentra en la obra del gran fotógrafo norteamericano Man Ray, que se movió entre el Surrealismo y el Dadaísmo a lo largo de su prolífica carrera artística.
Así pues, la respuesta a la pregunta que inicia este post varía dependiendo del momento histórico en el que uno se sitúe; pero esta respuesta debe recordarnos que una cámara es una prolongación de nuestra mirada y nuestra forma de comprender el mundo. ¿Cansado de hacer fotos realistas llenas de detalle? Tal vez sea el momento de emborronarlo todo con tu propia subjetividad.
edward olive says
y esto? http://www.flickr.com/photos/edwardolive/5619416066/in/photostream
o Euka Lele?
Pablo Bernardo says
¡Qué buena, Edward! Los colores y las texturas son una pasada.
Ya comento en el post que las distancias entre la fotografía y la pintura se desdibujaron a partir de las vanguardias. Antes de ellas la fotografía imitaba (no siempre) el mundo pictórico (la fotografía ni se consideraba arte). Pero a partir del Futurismo la foto es un horizonte extensísimo y autónomo en el que se pueden mezclar disciplinas artísticas, como hizo efectivamente Ouka Lele con mucho genio.
Un saludo.
bUENAPINTACERVECERA says
Muy buenas imágenes como siempre, desde que vi su primera obra siempre le he seguido!!!