Hoy volvemos a los rudimentos de la técnica fotográfica para acercarnos a uno de los elementos más definitorios del resultado que podemos obtener con una fotografía: la profundidad de campo.
Ésta consiste en la delimitación de la zona razonablemente definida dentro de la totalidad de la imagen captada. Es decir: si consideramos la foto como un todo, como un campo en el que aparecen elementos definidos y elementos no definidos, la profundidad de campo consistiría en la consideración de la relación existente entre lo definido y lo indefinido dentro de la imagen.
Así, conviene no confundir la profundidad de campo con el enfoque. Es posible enfocar una vaca que camina en lontananza y considerar que la valla contra la que está a punto de chocar entra dentro del campo definido aunque no esté perfectamente enfocada.
Una gran profundidad de campo se produce cuando hay un gran número de elementos definidos en diferentes planos dentro de una fotografía; mientras que una profundidad de campo restringida es la que se produce cuando sólo definimos una parte de la imagen, haciendo uso del célebre bokeh.
Pensemos: en consecuencia, la profundidad de campo es esencial para centrar la atención sobre un elemento determinado de la imagen o para hacer de todo lo que aparece en ella sea motivo central de la fotografía.
En la fotografía de paisaje, por ejemplo, se suele utilizar una gran profundidad de campo, ya que se pretende describir un espacio amplio en el que entran en juego colores y elementos que, puestos en relación, constituyen un todo armonioso o atractivo.
En la fotografía macro, por el contrario, se suele emplear una apertura de campo restringida, con el fin de centrar la atención del espectador en un elemento concreto de la imagen, que aparece rodeado por figuras, formas y colores indefinidos.
En el caso del retrato, la profundidad de campo juega un papel primordial, ya que sirve para dotar al retratado de muchos matices y caracteres: puede aparecer aislado de la escena utilizando una profundidad de campo mínima; pero puede aparecer puesto en relación con objetos circundantes a través de una mayor apertura de campo para dotarlo de otros caracteres ajenos a su fisonomía (por ejemplo: Napoleón con su caballo).
La profundidad de campo depende de tres factores esenciales. A saber:
- La apertura del diafragma: cuanto más se abre el diafragma (y menor es su número f), menor es la profundidad de campo.
- La distancia entre el objeto fotografiado y la cámara: cuanto más cerca se encuentra aquello que se quiere fotografiar, menor es la profundidad de campo.
- La distancia focal o zoom: cuanto más nos acercamos al objeto que queremos fotografiar con nuestro zoom, menor es la profundidad de campo. De ahí que los grandes angulares, tan apropiados para la fotografía de paisaje, suelan tener una distancia focal muy reducida.
Ahora que conoces (o recuerdas) las nociones elementales de la profundidad de campo, está en ti utilizarla como te venga en gana. Recuerda que las reglas están para aprendérselas y luego olvidarlas.