Aunque nació en Alemania, al término de la Primera Guerra Mundial Bill Brandt se nacionalizó inglés. Imaginamos que se vio venir lo que efectivamente vino unos años después y optó por desvincularse de los movimientos que venían desarrollándose en su país de origen.
Tras recuperarse de la tuberculosis en Davos, Suiza, entró en contacto con los principales representantes de las vanguardias plásticas y literarias, terminando como ayudante de Man Ray y como colega inseparable de Brassaï.
Sus primeros trabajos, sin embargo, tuvieron muy poco que ver con el Surrealismo reinante: el Gobierno Británico le encargó retratar la ciudad en pleno periodo de bombardeos y enfrentamientos con la Alemania nazi. Curiosamente, estos trabajos se asemejan asombrosamente a lo que venía haciendo su colega Brassaï, ya que muestran el lado más nocturno, oscuro y desolado de las calles londinenses.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Bill Brandt abandonó el fotoperiodismo y pudo centrarse al fin en la fotografía artística y experimental, dedicándose más concretamente a la captura de desnudos mezclados con paisajes al estilo Tanguy y Magritte.
Lo más característico de este periodo de su vida se encuentra en el empleo de grandes angulares para el retrato, algo completamente desaconsejado según los cánones de la técnica fotográfica. Brandt deformaba los cuerpos desnudos de sus modelos y empleaba una gran profundidad de campo para integrar determinadas partes de la anatomía humana en un ambiente de ensueño.
Claro que el artista británico no buscaba ser fiel a la realidad. Como otros surrealistas, entendía ésta como un código cifrado de símbolos y relaciones inusuales que había que descubrir a través de la mirada creativa, de los experimentos psicológicos y subconscientes.
A partir de los años sesenta, la obra de Brandt comenzó a popularizarse y se convirtió en una de las más determinantes para los fotógrafos creativos y de vanguardia.
Retrató, entre otros, a Magritte, a Pablo Picasso, a Peter Sellers o a Francis Bacon, convirtiéndose en referencia indispensable dentro del desarrollo de las vanguardias más representativas de la primera mitad del siglo pasado.