Como ya señalamos, Apple ha hecho especial hincapié en la idoneidad del nuevo iPad para trabajar con nuestras fotografías y para mostrarlas. La Retina Display, que ocupa más del 90% del dispositivo, es un auténtico hito dentro de la historia de la tecnología: 2048 x 1536 píxeles para sólo 9,7 pulgadas. Proporcionalmente, más que cualquier monitor existente en el mercado.
Ahora bien. La calidad de una pantalla no se debe analizar únicamente a partir de su resolución. Hay que tener en cuenta la fidelidad de sus colores, su calibración, su gamut o su respuesta a las condiciones ambientales.
Pues bien, según podemos leer en la célebre página de monitores DisplayMate, el nuevo iPad posee la mejor pantalla existente en el mercado de los dispositivos móviles, y su calidad es comparable a la de muchos monitores de veras. No sólo posee una resolución impresionante, sino que además reproduce los colores con bastante fidelidad. O al menos a priori, como veremos más adelante.
Aunque el iPad siempre se ha pensado para el uso doméstico, DisplayMate apunta incluso la posibilidad de que sea empleado con fines profesionales, aunque planteando antes una serie de mejoras y cuestiones que no se pueden obviar.
Para empezar, una resolución tan exhaustiva sólo tiene sentido cuando se acercan las imágenes. Es decir: si vamos a ver una foto en su formato nativo no vamos a notar la diferencia. Sólo al acercarla veremos los detalles y las mejoras relativas a su nitidez, lo que hace pensar en su idoneidad para trabajar con fotografías de una manera más pormenorizada.
Pero no se puede olvidar el hecho de que estamos hablando de una pantalla brillante (glossy), que satura los colores y se llena de brillos. Esto le resta muchísimos puntos al iPad a la hora de entrar en el mundo de la edición profesional de fotografías.
La manía de retirar las pantallas mate del mercado por parte de Apple ha ido despertando desde hace ya bastantes años las suspicacias de los usuarios profesionales, y supone un lastre para la tableta entre las tabletas. Las pantallas glossy no sólo varían los contrastes y cansan más la vista con sus brillos, además hacen realmente difícil calibrarla adecuadamente.
Por otra parte, el empleo de leds blancos en lugar de leds rojos, azules y verdes (gama RGB) restan fiabilidad a la pantalla si lo que se busca es un rendimiento óptimo para editar imágenes.
Finalmente, la interfaz táctil hace imposible trabajar adecuadamente, de una forma seria, con fotografías. Ni el mismísimo Photoshop Touch, recién sacado a la venta, ha sido capaz de recibir buenas críticas. Un dedo jamás será tan preciso como un ratón, y editar a pellizcos se antoja tan absurdo como hacer fotos con una sartén.
Pero ojo. Estos detalles no desmerecen en absoluto el magnífico gadget que es el iPad, sólo relativizan su validez para trabajar profesionalmente con él. No en vano, Apple ha desarrollado una versión de iPhoto para el Tablet, de su programa de catalogación y edición de fotos para usuarios amateurs. Si hubiese buscado un público profesional ya habría presentado una versión “touch” de Aperture, su software “serio” para la edición de fotos.
Resumiendo: el nuevo iPad es un gadget asombroso, con una pantalla de ensueño, pero que no hace milagros. Puede resultar útil para manejar fotos, para enseñarlas o para editarlas de manera sucinta, pero no para fiar todos nuestros procesados a sus 9,7 pulgadas.