No, no es una noticia chorra. En realidad, el hecho de que podamos apreciar el perfil de un elefante en la sobrecogedora imagen que abre el post responde a un automatismo psíquico conocido como “pareidolia”, y que resulta extremadamente útil para comprender cómo funciona el ojo humano cuando se enfrenta a una fotografía abstracta.
La fotografía en cuestión ha sido tomada por la NASA empleando una tecnología denominada “High Resolution Imaging Science Experiment” (imagínense los componentes de dicha “cámara”, porque yo no soy capaz de hacerlo), que lleva años fotografiando la superficie de Marte para investigar su composición.
El elefante “marciano” (como ya se le conoce) ha sido labrado por ríos de magma ya desaparecidos, y se encuentra en una región del planeta rojo que se conoce como “Elysium Planitia”.
El que seamos capaces de percibir dicha silueta se debe a un fenómeno óptico y psicológico que es el responsable de que tengamos esa innata tendencia a ver cosas donde en realidad no las hay.
Como ya señalaron los investigadores de la Gestalt, el hombre tiende a aglutinar datos dispersos dentro de un mismo orden o secuencia, generando una figura u objeto imaginario con el que se siente más confortable. Un ejemplo de esta conducta se encuentra en los test de Rorschach, en los que un juego de manchas simétricas terminan llevándonos invariablemente a construir objetos llenos de sentido.
La fotografía abstracta, de hecho, juega continuamente con este automatismo psíquico tan humano, y suele jugar con perfiles que sólo dejan adivinar un objeto plausible. Incluso la fotografía surrealista, que tanto hemos tratado últimamente, basa gran parte de su éxito en sugerir analogías basadas precisamente en esta asombrosa capacidad del ojo humano para encontrar objetos dispersos en apenas dos o tres líneas sugerentes.