Como ya dije, unos valores de ISO altos pueden dar como resultado imágenes con excesivo ruido, si bien el tratamiento del mismo depende de la calidad de la propia cámara, y del de la propia óptica; es decir, del objetivo que utilicemos. El ruido, por si no tenéis claro qué es, son esos puntitos de colores que se pueden apreciar cuando se agranda la imagen, y que restan nitidez y limpieza a las fotografías.
Por tanto, aumentar el valor ISO por encima de los valores más o menos admisibles (por lo general, por encima de 400), y sobre todo cuando intentemos fotografiar paisajes u objetos poco iluminados, debe ser siempre un último recurso. En circunstancias de poca luz, lo primero que tenemos que hacer es abrir el diafragma (el valor F) al máximo (que curiosamente se corresponderá con el valor numérico más pequeño), y posteriormente ajustaremos la velocidad teniendo en cuenta que, si no tenemos un trípode, por debajo de 80 ó 60 (depende del pulso de cada uno), lo más probable es que la foto nos salga movida. Pero en caso de que nos siga saliendo oscura la imagen, podemos jugar con la compensación de la exposición o con el balance de blancos.
Y es que todo depende del rigor que exija cada situación: para fotos de amigos cenando en el interior de un restaurante Chino, uno puede permitirse aumentar el ISO, pero cuando se aborda la fotografía desde una perspectiva creativa, lo lógico es contar con todo el material que requiera el momento. Y si hay poca luz, el único aliado para las velocidades bajas es el trípode. Seguro que muchos os disteis cuenta de esto la noche del eclipse de luna.
¡Estoy esperando vuestras fotos! ¡Hasta el siguiente artículo!
Foto: Horia Varlan
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