Si hace una semana nos centrábamos en Helmut Newton, el fotógrafo del glamour y el lujo, hoy nos acercamos a las antípodas de la moda, la artificiosidad y la banalidad, al que muy probablemente es el mejor fotógrafo humanista de la historia de la fotografía.
El artista brasileño Sebastião Salgado era economista, un hombre centrado en el mundo empresarial hasta que en 1973 abandonó la Organización Internacional del Café para dedicarse a la fotografía social y documental. Tenía ya casi treinta años, y no había recibido ni una sola clase de técnica fotográfica en su vida.
Cualquiera lo diría mirando sus fotos, pero el que para muchos es, junto con Henri Cartier-Bresson, el mejor fotógrafo de todos los tiempos, aprendió él solo a utilizar la fotografía como vehículo para la denuncia social.
La filosofía de Salgado no puede ser, además, más extrema y ajena a lo que hemos estado viendo en esta página hasta ahora: el fotógrafo nacido en Aimorés rechaza cualquier forma de lujo o comodidad a la hora de realizar sus reportajes. En lugar de viajar en primera clase o de vivir según sus posibilidades económicas reales prefiere mezclarse con la pobreza que intenta retratar. Para él no tiene sentido acercarse a una realidad terrible desde la perspectiva del artista financiado por la forma de vida occidental.
En este sentido, critica duramente a los reporteros que juegan con sus privilegios culturales y económicos para mezclarse presuntamente con aquello que van a fotografiar. No basta con cierta empatía intelectual, como afirmaba Cartier-Bresson, ni tampoco captar distintos instantes decisivos para darles una trascendencia metafísica; se trata más bien de comprender que cada imagen de la pobreza se corresponde con una visión universal de la condición humana.
No existen razas ni diferencias, sino injusticias socio-económicas.
Sebastião Salgado pasó, como otros grandes fotógrafos, por la Agencia Magnum, sin embargo, en 1994 decidió abandonarla para crear Amazonas Images, con la que redunda en su propia manera de comprender el mundo del fotorreportaje.
Los trabajos más célebres del brasileño son aquéllos en los que retrata el esfuerzo humano por salir adelante en diferentes situaciones límite, como la de “Éxodos”, “La mina de oro de Serra Pelada” u “Otras Américas”. Se trata de profundizar en el drama humano de la desubicación, el esfuerzo infinito o la marginación captando la esencia misma de la miseria.
En cuanto a su estilo, poco se puede decir salvo que es un genio. Su técnica es precisa, perfecta hasta la extenuación. La composición de cada imagen es una lección estética en la que consigue que el espectador centre su mirada de manera inmediata sobre los puntos de interés que él ha elegido mucho antes siquiera de disparar.
Suele trabajar en blanco y negro, con su Leica, y consigue que cada una de sus fotos transmita una sensación mítica, casi religiosa, gracias al aprovechamiento de la luz y las texturas de la piel. Así, muchas de las imágenes que integran “Éxodo” parecen extraídas directamente del Antiguo Testamento.
Esta visión mítica del sufrimiento le han valido sin embargo no pocas críticas. Aunque se halle ante la más miserable de las situaciones, Salgado encuentra siempre el encuadre, la composición, el enfoque o el procesado que transmiten belleza. Parece arrancar siempre de lo más miserable y lastimoso una mirada de orgullo, un heroísmo incorruptible o una fuerza desgarradora.
Sebastião Salgado ha recibido a lo largo de su vida infinitud de premios, entre los que destacan el Príncipe de Asturias de las Artes.
edward olive says
wonderful
pepito says
Es la visión que quería de el gracias!!!