Hasta el próximo 29 de octubre podemos asistir a una nueva exposición del fotógrafo alemán Axel Hütte en la Galería Helga de Alvear de Madrid. En ella desarrolla (como es habitual en él) un recorrido paisajístico a través de una de las zonas naturales más famosas a orillas del Rin, con el fin de aplicar su singular teoría de la imagen.
La obra de Hütte es, actualmente, una de las más admiradas y rentables del mundo del arte contemporáneo, y aunque gira en torno a uno de los géneros más manidos de la fotografía (el paisaje), está llena de profundidad y originalidad.
Como buen alemán, al bueno de Axel no le basta con lo dado. Cuando contempla un bosque, lo regurgita, vuelve a devorarlo, lo piensa y lo contempla hasta que observa algo que no ha observado nunca. Lo que busca es el primer enfrentamiento entre la mirada y el objeto, el estallido de ese encuentro fascinante para captarlo con su cámara.
Así que el fotógrafo desecha cualquier mirada clásica sobre un paisaje. Evita a toda costa la foto fácil y evidente hasta dar con lo intangible, con el espíritu estético que habita entre lo obvio.
Axel Hütte se considera a sí mismo un artista poco tradicional. Sin embargo, su forma de comprender la imagen no dista demasiado de los artistas y pensadores románticos alemanes. Novalis o Hölderlin también entendían la naturaleza como un objeto misterioso que guardaba en sus entrañas el misterio de la existencia misma, como se puede observar en las obras del también romántico Friedrich, que retrataba a señores embozados enfrentándose a la infinitud de un paisaje difuso y brumoso.
No en vano, muchos han tildado de “abstracto” el paisajismo de Hütte, aunque el propio autor se resiste a ser encajado en categorías estéticas.
La exposición, además de contar con obras del propio Axel Hütte, incluye unas trescientas imágenes de autores anónimos seleccionadas por el fotógrafo alemán, con las que redunda en la idea de la memoria colectiva.