La fotografía de juguetes es uno de los subgéneros fotográficos más divertidos, estimulantes y creativos que existen. Por una parte nos compromete con la faceta más infantil (pura) de nuestra persona, por otra nos permite jugar con todos los elementos que conforman el universo fotográfico: recreación de toda una escena a partir de nuestra imaginación libre, juego de luces, experimentación técnica…
De hecho, existen auténticos maestros de la fotografía de juguetes (como el genial Mike Stimpson), y podemos encontrar grupos dedicados a ella tanto en Flickr como en Obture. Pero una aclaración: no hablamos de fotografía publicitaria, sino de fotografía creativa, artística.
No me enrollo más. Aquí van mis valiosísimos consejos:
Ponte a su altura
Es primordial. Para sacarle partido a este tipo de fotografía todo debe partir de un ejercicio psicológico: entender la noción de juego como algo completamente serio, riguroso, como si fueses un niño que encarna en sus muñecos su propia vida o sus sueños. No los veas como trozos de plástico coloreados. Son personas con su carácter, su historia y sus anhelos. Y todo esto debe reflejarse en sus retratos.
Por otra parte, cuando digo “ponerse a su altura”, también lo digo en su sentido literal: túmbate en el suelo para captar la expresión de tus clicks. Imagínate que eres un director de cine que quiere narrar la historia de los pequeños. Olvida tu altura y habla con ellos.
Cuida el entorno
Tanto si pretendes hacerle un retrato al estilo Avedon a tu lego favorito como si pretendes diseñar toda una escena con un barco pirata en tu estudio casero, debes tener mucho cuidado con los detalles.
Para que la fotografía de juguetes funcione debes luchar por conseguir una atmósfera verosímil. El mundo de los juguetes posee sus propias leyes, sus propios códigos, y debes entenderlos a partir de tu experiencia, sacándole jugo a tu edad para ser fiel a esos códigos o para revertirlos con ironía; pero dentro de un orden.
Lo más sencillo (y no por ello mediocre) es recrear una escena que vaya con los personajes. Si fotografías un muñeco de Star Wars, lo suyo sería utilizar un fondo espacial, por ejemplo. Pero no tengas miedo a sacar tus muñecos a la calle y fotografiarlos en un entorno real. Se pueden generar nuevos códigos y grandes metáforas descontextualizando tus juguetes. Aquí todo es imaginación y buen gusto.
Y si pretendes hacer un retrato con un fondo desenfocado, cuida mucho los colores o los tonos de éste, como ya os recomendamos cuando hablamos del bokeh.
Juega con tu equipo
Una de las grandes ventajas de este tipo de fotografía es que los modelos no se cansan. Ni tan siquiera tienen manías. Aguantarán estoicamente a que elijas el encuadre y las luces perfectas. Así que aprovecha y utiliza todo tu arsenal lumínico.
Según el juguete del que se trate, piensa si le van los colores fríos o cálidos, una luz cenital o frontal, una escena en penumbra o luminosa. No tengas miedo a servirte de luces naturales y artificiales de diversa procedencia: bombillas, ventanas, focos… Piensa que nadie te mira y todo quedará entre Obi Wan Kenobi y tú.
En lo que se refiere a las focales, el objetivo más luminoso es siempre el más adecuado, porque te permite jugar con todos los parámetros: la profundidad de campo, el bokeh, las luces tenues… Piensa que un macro 100mm o una focal fija de 50mm son las opciones más acertadas ya que son las que más se emplean en la fotografía de estudio.
Ahora bien, como de lo que se trata es de experimentar, no dudes en tirar de grandes angulares para distorsionar las escenas y exagerar proporciones.
Y, por último, el procesado
Nuevamente, experimenta. Si habitualmente aconsejamos que no retoquéis en exceso y que intentéis ceñiros a la calidad real de la toma (para aprender a disparar, más que nada), en este caso es aconsejable jugar con acciones, filtros, viñeteados, etcétera.
Recordad que estamos creando una escena o un personaje, no retratando su aspecto objetivo.