Para aquéllos que ya disponen de una cámara en condiciones o no tienen la posibilidad de renovar su equipo, todas estas noticias sobre las nuevas cámaras de Canon, Olympus y Nikon no hacen sino alargar exponencialmente el tamaño de sus dientes. Así que el lanzamiento de nuevos objetivos siempre supone un pequeño lenitivo para esta inexplicable y absurda necesidad de hacerse con lo nuevo.
Si antes de ayer presentábamos la nueva óptica de Tokina, hoy Canon viene a completar su lanzamiento de nuevos productos con tres focales: por un lado la renovación de sus ya célebres EF 24mm f/2,8 USM y EF 28mm f/2,8 USM, a los que ahora hay que añadir un brillante IS (estabilizador de imagen); y, por el otro, la presentación de un nuevo objetivo de su gama profesional (la célebre L, con su codiciado anillo rojo).
El EF 24-70mm f/2,8L II USM constituye un zoom con unas prestaciones interesantísimas (y carísimas, suponemos). Posee un sistema óptico completamente rediseñado (de ahí que constituya antes una novedad que una actualización), compuesto por dos elementos de ultra baja dispersión y un tercero súper asférico que garantizan la nitidez de las imágenes en todos los rangos focales y la práctica desaparición de las aberraciones geométricas en los 70mm.
Las lentes que componen el objetivo están revestidas con el Súper Spectra, que reduce las luces parásitas y el velo óptico (del que ya hablaremos en otra entrada, dado su esotérico nombre); y están dispuestas dentro de un cuerpo ultrarresistente que permite bloquear el zoom para evitar que el objetivo se estropee dentro de la mochila.
El “nuevo” zoom estándar profesional de Canon permite enfocar a partir de los 0,38 metros empleando todo su potencial, y dispone de un motor ultrasónico (USM) que asegura rapidez y silencio en el enfoque, que puede ser manual, automático o mixto.
Mientras esperamos a que especifiquen su precio, sólo nos queda seguir sacándole brillo a nuestros antiguos objetivos.