En este contexto, el fotoperiodismo se ha convertido en protagonista indiscutible de la imagen que nos hacemos de la realidad. Los fotoperiodistas ya no son meros reporteros (o no siempre), sino que acercan a nuestro salón lo que sucede en el otro extremo del mundo, aunque, por desgracia, la mayor parte de esas imágenes corresponden a conflictos bélicos y miserias de diversa índole.
Setenta y cinco años después del cruento bombardeo de la ciudad vasca de Guernica, cuyo horror supo reflejar tan bien el genio Picasso, Euskadi celebra unas jornadas por las culturas de la paz y la libertad, dentro de la que se programa una imprescindible exposición titulada “Guerra y Paz: una visión personal”.
En ella, treinta y tres grandes fotoperiodistas, entre los que se encuentra Samuel Aranda (último premio World Press Photo), eligen dos imágenes de su colección personal con las que reflejan de un lado el mundo de la guerra y, del otro, el de la paz.
Admiten los propios fotógrafos invitados que, por desgracia, ha sido mucho más difícil encontrar fotografías que reflejen la paz que imágenes que muestren la guerra; suponemos que porque el mundo y sus revoluciones siempre adoptan la faz del conflicto bélico.
La exposición, tras ser inaugurada en Guernica, recorrerá diversos museos repartidos por la geografía vasca, como los de Éibar, San Sebastián, Bilbao o Vitoria.
Esperemos que nadie aproveche la muestra para colgarse medallas o para hacer un uso político del trabajo abnegado de estos grandes profesionales de la fotografía.