Nacido en Amsterdam en 1925, Ed van der Elsken es un fotógrafo duro, capaz de retratar la realidad con una crudeza y una desnudez sobrecogedoras. Aunque llevó a cabo la mayor parte de su trabajo en Francia como corresponsal de un periódico holandés, también se acercó a Japón, China o África para convertirse en uno de los más grandes testigos de la marginalidad.
Su fotografía es claramente subjetivista, en el sentido en que entiende la mirada humana como una máquina de generar realidades y perspectivas únicas. Así, vivió en el París existencialista de Jean Paul Sartre y Albert Camus, lo que determinó en gran medida su amor por los personajes desplazados por la sociedad y su visión radical del mundo.
Desde un punto de vista técnico, Elsken se caracteriza, sobre todo, por evitar cualquier forma de maquillaje de lo real. Gran modelador de la luz natural, en muy raras ocasiones emplea el flash. De hecho, una de sus series más famosas, en la que retrata el mundo del jazz parisino de mediados de siglo, destaca por la ausencia de luces artificiales. Consideraba que la iluminación no natural de las escenas de conciertos eliminaba su atmósfera genuina.
Por otra parte, como buen amante de la vida marginal, el artista holandés era un genio de la fotografía robada. Sus mendigos y sus desheredados aparecen en actitudes completamente naturales.
Aunque destaca muy particularmente su fotografía en blanco y negro, al final de su carrera recurrió también al color. Además se dedicó al cine a partir de mediados de los años sesenta.
Entre otros galardones, Ed van der Elsken recibió el Premio Nacional de Cinematografía de los Países Bajos en 1971; y destaca muy particularmente la serie de fotografías incluidas en el libro “El amor en la orilla izquierda”, que contiene las claves de su filosofía fotográfica.