Sally Mann es una de las artistas que más ampollas ha levantado entre las mentes calenturientas de la ultraderecha puritanista que aún reside en diversas regiones de los Estados Unidos. Como ya hemos señalado, la mayor parte de los prejuicios que rodean a una obra no se encuentran tanto en ella misma como en la mirada de quien la observa.
Mann nació en el estado de Virginia en 1951, y estudió fotografía en el Praestegaard Film School, la Aegeon School of Fine Arts y en Bennington College, donde se graduó en 1974.
La temática de su obra gira en torno al despertar de la independencia y la sexualidad en los niños y en los adolescentes, recreando con sus preciosos retratos un mundo lleno de incógnitas que se abre ante el espectador despertando recuerdos colectivos.
Sus obras más representativas son en blanco y negro, y poseen una luz y una composición sugerentes, preciosistas, en las que la fuerza de la adolescencia se abre paso a través de penumbras e iluminaciones devastadoras. Por otra parte, Sally Mann busca continuamente el naturalismo, despojando de cualquier artificio sus impresionantes retratos a la luz del día.
Durante los años noventa, cuando su obra alcanzó una mayor repercusión, los ultracatólicos norteamericanos emprendieron una cruzada contra su fotografía, al considerarla ofensiva y pornográfica.
Esto no impidió, sin embargo, que su trabajo fuese ampliamente reconocido en los ámbitos artístico y periodístico. Así, diversos museos norteamericanos, como el Metropolitano de Nueva York, poseen entre sus fondos un gran número de fotografías suyas.
Entre todos los reconocimientos y premios que ha recibido a lo largo de su vida destaca muy particularmente el de Mejor fotógrafa norteamericana, que le concedió en el año 2001 la revista Time.
En la actualidad sigue residiendo en Virginia, donde realiza sus trabajos rodeada por todos los recuerdos de su infancia.