Siempre que hablamos de soportes para cámaras pensamos directamente en un trípode, un accesorio con tres patas que sirve para dejar caer la cámara y poder realizar mejor fotografías. Pero la cuestión es que no es lo único que tenemos como tal, ya que el trípode tiene un hermano un poco menor, para ser más exactos, dos patas menos.
Se trata del monopié, un accesorio para apoyar la cámara del que no se suele hablar mucho, a pesar de que es bastante útil, en algunos casos, claro está, y es que existen algunas técnicas (de las que hablaremos) en las que el monopié es imprescindible.
Pues bien, ahora la eterna pregunta, ¿Para qué usamos un monopié si tenemos la opción de adquirir un trípode? Pues la respuesta es bien sencilla, y es que debemos usar el monopié para realizar fotografías en las que la cámara no tenga que estar demasiado tiempo apoyada, y es que claro, el inconveniente del trípode es que suelen ser grandes y pesados, que es todo lo contrario al monopié. Es usado, además, para exposiciones largas.
Las ventajas que nos ofrece el monopie es que la movilidad es mucho mayor y mucho más sencilla, además de que pesa menos, por lo que tardaremos poco tiempo en desplazarlo y colocarlo, todo lo contrario que el trípode. También se puede poner la cámara de fotos más rápidamente, y es por eso por lo que se usa en fotografías donde la cámara no tenga que esta apoyada casi nada de tiempo.
Claro que no todo iba a ser de color de rosa, y es que claro, con el monopié tenemos menos estabilidad, pero se puede solucionar con la práctica, así que no os preocupéis.