Los grandes eventos se suelen caracterizar por la tiranía con la que se trata a los aficionados a la fotografía. En los festivales de música, por ejemplo, es habitual que te registren antes de entrar y que lo tengas crudo para sacar fotos a no ser que te hagas previamente con una buena acreditación de prensa.
Ahora bien, ¿estas restricciones se toman por la seguridad de los músicos, atletas o ponentes, o para preservar sus derechos de imagen (y todo el dinero que implica)?
Bueno, depende del caso, pero la mayoría de las veces se trata de un trasunto del merchandising antes que de humanismo o proteccionismo.
Como es evidente con la que está cayendo, los Juegos Olímpicos que empiezan ya mismo en la ciudad de Londres contarán con unas medidas de seguridad precisas que afectarán de una forma muy especial a los que gustamos de echar fotos a todo lo que se menea.
Así, sólo se podrá acceder a los recintos olímpicos con todo el material fotográfico que quepa en una mochila con unas dimensiones máximas de 30x20x20 centímetros. Es decir: podremos entrar con la cámara que queramos sin ninguna clase de problema.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que los objetivos también deben ir dentro de la mochila, la cosa cambia sustancialmente: en este tipo de eventos, las lentes más utilizadas son las que tienen un buen zoom (con menos de 300mm no vas a ningún lado), por lo que, si llevas una Leica de formato completo, te va a servir de bien poco.
Un zoom en condiciones mide más de 30 centímetros, y las compactas que emplean objetivos intercambiables de reducidas dimensiones son incapaces de ofrecer la calidad profesional que requiere este tipo de escenas (mucho movimiento, gran distancia, miles de cabezas de por medio…).
Así que nada. Si vais a los Juegos Olímpicos, disfrutad de la ciudad para echar fotos y olvidaos de sacarle un retrato en condiciones a Usain Bolt.