Si hay algo que se critica (y con razón) de la fotografía de bodas es lo hortera que pueden llegar a ser los procesados que se emplean asiduamente en ella. Pero ojo: debemos tener muy presente que no estamos haciendo fotos para nosotros, por amor al arte, sino que estamos trabajando para dos familias con unas tendencias estéticas que no tienen por qué coincidir necesariamente con las nuestras.
Por supuesto, tenemos la opción de seleccionar sólo aquellas bodas que nos permitan jugar con los procesados que nos gustan; pero si realmente queréis dedicaros a esto por entero, más de una y de dos veces tendréis que tragar con experimentos visuales que no os harán ninguna gracia.
Ejemplos: el empleo del color selectivo para resaltar la rosa que brota de la mano de la novia; los sepia, las claves altas, la eliminación de brillos hasta hacer que la piel de los novios parezca yeso…
Pero hay un camino intermedio que da buenos resultados sin que tengamos que vender nuestra alma al diablo: la naturalidad, la ausencia de artificios. Y sé que puede parecer sencillo cuando en realidad es el camino más difícil: todos sabemos maquillar fotos con efectos de toda clase, pero la naturalidad muestra tu trabajo tal cual es. Sólo valen las fotos buenas, las que ya merecían la pena cuando disparaste en raw en mitad de las ceremonias.
Así que busca el equilibrio de luces en cada toma (evita quemados y negros), no te pases con la nitidez, que exagera las imperfecciones de la piel; retoca sólo los defectos cutáneos más exagerados (sobre todo los de las madres de los novios); sé consciente de qué colores exagera tu cámara para editar adecuadamente el balance cromático y clona sólo cuando sea estrictamente necesario.
Por otra parte, tira sobre todo de fotos apaisadas y emplea un blanco y negro muy suave cuando la imagen te lo pida (el blanco y negro).
El presupuesto
Este apartado debería ir, en realidad, al principio de este eterno tutorial; sin embargo, como no es posible realizarlo sin tener en cuenta todo lo que antes hemos descrito, he preferido dejarlo para el final.
Nunca, jamás, te inventes un presupuesto a ojo de buen cubero. Hacer fotos de bodas es un trabajo como otro cualquiera, y hay que determinar qué vas a invertir en cubrir la boda (gasolina, comida, ayudantes, equipo…) y cuánto cobras como autónomo por hora (realizando la correspondiente factura).
Además, debes tener en cuenta qué ceremonias te han pedido cubrir y qué resultados esperan. No es lo mismo entregar un CD con 80 fotos en jpg que entregar un CD, un álbum impreso (coste adicional) y crear una página web (más coste adicional).
Por último, consulta cuánto cobran otras empresas y compañeros, ya que una boda no cuesta lo mismo en la Moraleja que en los alrededores de un pequeño pueblo minero; y, sobre todo, porque la competencia desleal es lo peor que puedes hacer por el mundo de la fotografía.
Así pues, como habréis imaginado, me resulta completamente imposible barajar cifras concretas así en abstracto. Esa parte del trabajo os la dejo a vosotros.