Como tantos otros fotógrafos célebres que han ido pasando por esta páginas, Herbert List (1903 – 1975) comenzó dedicándose a algo que nada tenía que ver propiamente con la fotografía para finalmente dedicarse a ella y descubrir en su mirada un talento descomunal.
Nació en Alemania a principios de siglo y estudió Historia de la Literatura para luego pasar a trabajar en la empresa de su padre, que se dedicaba a importar y exportar materias primas.
Sin embargo, en la primera mitad de los años treinta del pasado siglo coincidió con el fotógrafo Andreas Feininger, quien le animó a que tomase su cámara para dedicarse el mundo de la imagen.
Fuertemente influenciado por el incipiente surrealismo de figuras como René Magritte o Man Ray, sus primeros trabajos se caracterizan por la búsqueda de esencias subconscientes en la asociación metafórica de objetos y figuras que guardan relaciones insólitas y extraordinarias.
Sin embargo, estas asociaciones y su propio talento lo llevaron a desarrollar un nuevo género denominado “fotografía metafísica”, que se caracteriza por hallar en la relación entre sus retratados y los objetos que los rodean la esencia de una forma de ser, de un modo de existencia.
Con la explosión de la Segunda Guerra Mundial tuvo que abandonar Alemania para refugiarse en París primero y en Londres después, para posteriormente volver a su país de origen en 1945.
Colaboró con revistas como Vogue y Life, y llegó a realizar algunos encargos para la agencia Magnum.
Herbert List ha pasado a la historia como una de los grandes representantes de lo que se ha convenido en denominar como “fotografía homoerótica”; esto es: como uno de los grandes estudiosos de la sensualidad del cuerpo masculino, que trasciende su mera corporalidad para representar en sus fotografías una suerte de eternidad estética, un canon de la belleza equiparable a la establecida en las culturas clásicas romana y griega.