En ocasiones, cuando uno se entera de que personajes como Sartre, Camus, Boris Vian o Serge Gainsbourg se sentaban a la misma mesa de un café parisino para hablar de sus cosas, no termina de creérselo. Tenemos la manía de pensar que las grandes figuras de un género dado ocupan tal espacio histórico que es imposible que estén rodeadas por otras figuras de igual dimensión.
Obviamente, esto no es cierto, y se debe a sobre todo a los residuos de una educación romántica que deshumaniza a los genios y los sitúa sobre un pedestal atemporal en el que no se relacionan con nada salvo con ellos mismos y su obra.
Pero ahí está la propia historia para darnos una colleja: Cortázar era amigo de Stravinski, Buñuel conoció a Hitchcock, y en la Agencia Magnum se daban de codazos Winogrand y Cartier-Bresson.
Este tipo de relaciones llaman aún más la atención cuando los dos genios en cuestión proceden de disciplinas completamente diferentes, como sucede con el grandísimo John Steinbeck y el no menos grande Robert Capa.
El escritor y el fotógrafo no sólo se conocieron, además trabajaron codo con codo gracias a un encargo del New York Herald Tribune, que los mandó a la Unión Soviética para realizar un reportaje sobre la situación del país tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Así, uno relataba con palabras y el otro con fotografías.
El resultado de este fascinante trabajo es lo que podemos encontrar en las 248 páginas que integran el volumen titulado “Diario de Rusia”, un libro para leer, observar y disfrutar de dos miradas apasionadas que se recrean en la fortaleza de un inmenso país que comienza a reconstruirse y a erigir el telón de acero que marcó toda la Guerra Fría.
Steinbeck y Capa visitan Moscú, Stalingrado, Ucrania o los Cárpatos sorprendidos por el optimismo y la vitalidad de un pueblo que piensa más en el futuro que en el pasado, que tiene tiempo incluso para divertirse mientras arranca calles y edificios a las cenizas.
“Diario de Rusia” es, en definitiva, una lectura muy recomendable para cualquier persona que tenga interés por el mundo que le rodea y un imprescindible manual sobre cómo realizar fotoperiodismo de veras.