La primera controversia levantada por los catálogos de Ikea se produjo hace apenas unas semanas en Rusia, donde se eliminaron fotografías en las que aparecían jóvenes con pasamontañas para que no se relacionase la imagen con la lamentable condena de las cantantes de Pussy Riot.
La segunda sin embargo ha levantado más ampollas: un diario sueco (Metro) ha denunciado que en la edición saudita del catálogo de muebles muchas mujeres han desaparecido de las fotos, mientras que otras han sido sustituidas por hombres.
Según la fabricante de muebles más célebre del mundo, que ha corrido a retirar los catálogos y a pedir disculpas, la responsable de tamaño despropósito no ha sido Ikea, sino la subcontrata encargada de publicar el catálogo en Arabia Saudí.
Así, al publicarse en cientos de países distintos, la compañía sueca deja en manos de otras empresas más pequeñas y foráneas el acabado de sus catálogos, para que aquéllas se encarguen de adecuarlas a las costumbres de cada cultura.
No en vano, el acabado de cada fotografía del catálogo es realmente singular: se toman imágenes de cada elemento de la imagen para que luego sea más sencillo introducir y eliminar objetos (y, por lo que se ve, personas).
Por otra parte, aunque en Arabia Saudí no exista ninguna ley que prohíba la aparición de mujeres en este tipo de publicaciones, sí que es cierto que el poder económico lo detentan los hombres y que el machismo sigue siendo una constante dentro de las costumbres del país del petróleo.
A pesar de que (obviamente) éste no sea el lugar más indicado para entrar a juzgar culturas y polémicas de género, considero que, aunque el movimiento de Ikea (o su subcontrata) no sea el más apropiado, hay que tener en cuenta que una empresa que se dedica a fabricar muebles (que no a ensamblarlos, como todos sabréis) no tiene como fin transformar una cultura, sino vender sus productos.
El machismo de los musulmanes extremistas seguirá existiendo se introduzcan mujeres en su catálogo o no; y los problemas éticos o los derivados de una lectura interesada y medieval del Islam deben ser atajados por instancias y órganos internacionales con mayor poder disuasorio y educativo que un mero catálogo de muebles.