El argentino fue un artista total, en el sentido en que se dedicó con igual esfuerzo a la pintura, la escultura, el dibujo y la fotografía, lo que se deja traslucir claramente en su producción fotográfica.
Fuertemente influenciado por las corrientes plásticas más determinantes de principios del siglo pasado, es fácil descubrir en su obra la presencia del expresionismo, el surrealismo, el romanticismo o incluso el cubismo.
Otero fue un auténtico maestro del montaje en el cuarto oscuro, y gran parte de su obra es simbólica, juega con diversos planos semánticos, pone en juego la mirada del espectador, que debe buscar entre los objetos relaciones poco usuales.
Una muestra de su talento para trabajar con bodegones se encuentra sobre todo en su célebre serie “La fotografía y la música”, a la que debe gran parte de su éxito.
Pedro Otero fue también, sin embargo, un gran fotorreportero. No en vano, empezó su carrera profesional como periodista gráfico para “La libertad” o “Noticias gráficas”.
Tras trabajar como asesor para AGFA, su obra empieza a abrirse paso en el extranjero, y la totalidad de su carrera recibe merecido reconocimiento en 1977, cuando pasa a formar parte de la Academia Argentina de Ciencias y Arte de la fotografía.
La mayor parte de su obra forma parte del fondo fotográfico del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, aunque, por desgracia, hay muchas fotografías que se han deteriorado o han terminado perdiéndose.
Murió en su Avellaneda natal a los 68 años un 21 de febrero de 1981.