Alexander Ròdchenko lo fue absolutamente todo dentro del arte vanguardista ruso de principios del siglo XX. Colaboró codo con codo con genios como Maikovski, trabajó para el régimen comunista ruso como ideógrafo y publicista, y cultivó el mundo de la pintura, la publicidad y, por supuesto, la fotografía.
Nacido a finales del siglo XIX en el seno de una familia trabajadora, Ròdchenko comenzó a interesarse por el diseño y la fotografía gracias a sus estudios de arquitectura.
Fuertemente influenciado por los primeros pintores abstractos, tuvo el talento necesario para vincular las nuevas ideas estéticas con las necesidades propagandísticas del régimen soviético y su propia sensibilidad.
Sólo hizo fotos hasta los años cuarenta del pasado siglo, cuando se volcó en la pintura; pero su producción fotográfica fue tan intensa e innovadora que es considerado actualmente como uno de los grandes de la fotografía.
Aunque su trabajo atravesó diferentes etapas, Ròdchenko fue, esencialmente, constructivista. Generaba planos de realidad fuertemente vinculados a la noción geométrica de la realidad.
Sus fotos saltan sobre cualquier convención pictoralista para mostrar la autonomía del mundo fotográfico. Así, consideraba que la fotografía debía entenderse como una prolongación del ojo humano, como una extensión de la manera de ver el mundo.
Aunque cultivó prácticamente todos los géneros, destacó principalmente como fotógrafo abstracto. El artista ruso buscaba composiciones geométricamente expresionistas para cautivar la mirada del espectador y arrancarlo de la visión consuetudinaria de lo real.
Mezclaba planos, líneas, rostros y tipografías marcando un hito dentro de la publicidad. Construía imágenes impactantes que han determinado todo el desarrollo del mundo publicitario hasta nuestros días.
En la actualidad, su obra se halla presenta en la mayoría de los grandes museos de arte contemporáneo de todo el mundo, y se estudia en cualquier carrera vinculada al mundo de la imagen.
Murió en Moscú en 1956.