La salud mental, creativa y existencial de un ser humano cualquiera se podría medir empleando como base el número de horas que masacra viendo la televisión. Con esto no digo nada nuevo: un medio potencialmente tan rico se ha terminado convirtiendo en una suerte de papelera en la que se parte, invariablemente, del mínimo común denominador de los telespectadores, de sus defectos más ostensibles, de lo más prescindible de las horas de cualquier persona.
Por suerte nos queda La 2, que cada día sigue ofreciendo programas culturales, leones, leopardos e insectos imposibles encaramándose a extrañas plantas que sólo medran en las orillas de un improbable río que surca una región en la que jamás nadie ha penetrado.
Y de vez en cuando (muy de vez en cuando), los señores responsables de la cadena nos dan una alegría a los amantes de la fotografía, emitiendo documentales como el que podremos ver este próximo domingo, día 10 de febrero, a partir de las 23.30 horas: “Chema Madoz: Regar lo escondido”.
Chema Madoz es uno de los más geniales fotógrafos de nuestra historia. Un empleado de la banca que un día decidió abandonar su salario fijo y apostar por toda la creatividad que atesoraba para dedicarse de manera exclusiva a la fotografía.
Aunque es de la quinta del gran Alberto García-Alix y empezó a realizar sus primeros trabajos cuando la movida madrileña, Madoz es un poeta de la imagen que siempre ha vivido al margen de lo que sucedía a su alrededor. Como explicarán en el mencionado documental, el fotógrafo viaja a través de su propia imaginación, de las entrañas de su creatividad.
Madoz recrea los objetos, como hacía Duchamp; los arranca de sus circunstancias utilitarias para generar una nueva realidad mágica, como hacía Cortázar; y es fiel a su propia inventiva como sólo lo son los genios.
“Chema Madoz: regar lo escondido” es un documental que trata (sólo trata) de acercarse a la forma de mirar y pensar de Madoz; probablemente es una tentativa imposible, pero es tan necesaria e imprescindible que no hay más remedio que verlo.
