Nacido en la ciudad alemana de Bremen en 1937, Werner Bokelberg tardó bastante tiempo en darse cuenta de que lo suyo era la fotografía. Así, enamorado del mundo del cine intentó ser actor y comediante; aunque, por suerte, pareció no obtener los resultados que esperaba y poco a poco fue interesándose por el universo de la imagen.
Su capacidad para moverse como pez en el agua entre artistas, nuevas tendencias y la moda lo llevaron a realizar un trabajo excepcional entre los años 1962 y 1972, cuando retrató a los más importantes artistas de la época.
Así, son inolvidables sus instantáneas de Salvador Dalí, Andy Warhol, el malogrado Brian Jones (de The Rolling Stones), Romy Schneider o el mismísimo Pablo Picasso.
Sin embargo, sus registros estéticos van mucho más allá del trabajo en estudio y se ha convertido, con el paso de los años, en uno de los más relevantes cronistas de los movimientos contraculturales de los años sesenta y setenta.
Bokelberg tiene una de las colecciones de fotos robadas más fascinantes que he tenido el placer de ver. El artista alemán se lanza a la calle y sabe captar toda la sensualidad y la inocencia del movimiento hippy con un oportunismo y una elegancia al alcance de muy pocos.
El fotógrafo alemán consigue escapar siempre de la obviedad de lo pornográfico o lo explícito y muestra contornos que se adivinan bajo las telas de los vestidos, busca el cuerpo desenvolviéndose tras el movimiento y sencillamente cautiva la mirada del espectador con un blanco y negro bien contrastado.
A partir de los años setenta, Werner Bokelberg dejó a un lado la vertiente más traviesa y lúdica de su portentosa forma de mirar el mundo para dedicarse a la fotografía comercial, realizando importantes campañas para grandes marcas comerciales.