José Manuel Ballester en un pintor y fotógrafo madrileño que cuenta, entre sus numerosos méritos, con el Premio Nacional de Fotografía (2010). Un artista total que partió del estudio de las pinturas renacentista y flamenca para luego apoyarse en la fotografía y recrear espacios, ambientes y, sobre todo, ausencias.
Hasta el próximo 28 de abril, la sala “Tabacalera. Espacio Promoción del Arte” (Madrid) acoge una retrospectiva que indaga en los ocho últimos años de producción del pintor y fotógrafo, que atraviesa a través de las dos disciplinas el mundo contemporáneo tomando como base diversos conceptos y referencias.
En lo que se refiere a lo estrictamente fotográfico, destaca muy particularmente la serie “La presencia ausente”, en la que analiza entornos y paisajes vaciándolos de la presencia humana.
Se trata de una colección de grandes espacios en los que la huella de la actividad humana es evidente, pero en los que la figura humana misma ha sido borrada (gracias a Photoshop) para que busquemos sus vestigios, cómo ha transformado el entorno hasta convertirlo en una suerte de nuevo mundo.
Aunque el concepto que guía esta serie de fotografías ya sea, de por sí, lo suficientemente interesante y sugerente, José Manuel Ballester pone además en juego toda una nueva filosofía de la fotografía digital, que llama poderosamente la atención por lúcida y por llevar la contraria a la mayor parte de los fotógrafos contemporáneos.
Según el premio nacional de fotografía, el trabajo fotográfico digital supone un retorno al pictoralismo. Así, aunque la fotografía analógica nació apegada al mundo pictórico, su posterior desarrollo y autonomía la llevaron a desarrollar un lenguaje nuevo que partía del divorcio con los pintores.
Sin embargo, para José Manuel Ballester, tanto las posibilidades de la fotografía digital como el poder de manipulación que ofrecen programas como Photoshop vuelven a pictoralizar la fotografía, dando lugar a una suerte de “neo-pictoralismo”.