Justo cuando estaba a punto de presentar su nueva exposición cuando ya contaba 84 años, el fotógrafo italiano Willy Rizzo ha muerto en la ciudad de París, donde adquirió fama en los años 40.
Comenzó a trabajar con su cámara Agfa cuando sólo tenía 12 años, retratando a sus familiares y amigos, y sólo unos años después se trasladó a París para captar todo el glamour que destilaba una ciudad culturalmente emergente, llena de personajes fascinantes como Coco Chanel (no en vano, su última exposición se centraba en una serie de retratos inéditos de la misma).
Tras entrar en contacto con el mundo del cine y sus estrellas en la primera edición del Festival de Cannes, a finales de la década de los 40 se trasladó a los Estados Unidos, convirtiéndose en uno de los retratistas más importantes de la industria del cine yanqui.
Frente a su cámara pasaron gigantes como Gregory Peck, Gary Cooper, Marlene Dietrich, Marilyn Monroe o Jack Nicholson (del que era íntimo amigo), aunque su amor por París lo llevaron a sentirse más cerca de iconos como Brigitte Bardot o genios como Pablo Picasso.
Tras casi 70 años de trabajo a sus espaldas, Willy Rizo se ha convertido por sí mismo en un icono de la fotografía glamurosa, aunque su estilo siempre se alejó de la frialdad y los robados de otros fotógrafos célebres de su quinta.
El artista italiano se caracterizó siempre por buscar registros poco conocidos de sus retratados, por mostrar en sus imágenes cierta forma de intimidad, versatilidad e imaginación que descubrían nuevas facetas en la personalidad de los actores y los artistas.
En definitiva: otro fotógrafo longevo (es muy curioso, la verdad) que se nos va y que nos deja como legado cientos de imágenes irrepetibles tras las que palpitan una curiosidad y un saber hacer que deben servir como inspiración para los nuevos fotógrafos.