El desarrollo de nuevas tecnologías ha dado un espaldarazo sensible al mundo de las cámaras compactas. Antes teníamos que elegir entre un modelo barato y elemental o una bridge para empezar a trabajar con controles manuales. Sin embargo, ahora es habitual encontrarse con cámaras compactas a secas (sin objetivos permutables) que ofrecen unas prestaciones que ponen en entredicho la necesidad de hacerse con una micro cuatro tercios.
La última en presentar una compacta de lo más seductora ha sido Olympus, que sin llegar a saquearnos los bolsillos con un producto de gama alta nos ofrece un modelo completísimo por un precio nada escandaloso.
Se trata de la Olympus Stylus XZ-10, que se aleja de la reina de la corona (la Stylus XZ-2) por el tamaño de su sensor (eso sí) CMOS, que se queda en unas humildes ½,33 pulgadas.
Eso sí, sus demás prestaciones son realmente interesantes. A saber: 12 megapíxeles (¿para qué más en un sensor tan pequeño?), un ISO que se puede estirar hasta los 12.800, grabación de vídeo en Full HD y un procesador potente (True Pic VI).
Su óptica, i.Zukio, destaca por su luminosidad (f1.8-2.7) y por su zoom de cinco aumentos naturales (no digitales), que va desde los 26 hasta los 130 milímetros.
Guarda archivos en formato RAW, dispone de estabilizador óptico integrado, ofrece un sinfín de filtros a lo Instagram (no podían faltar a estas alturas de la película) y permite controlar manualmente la exposición.
Estará disponible dentro de un mes y su precio rondará los 400€.
Junto a esta compacta de gama media-alta, Olympus ha presentado otras dos cámaras más humildes y baratas: la VR-370 y la VG-180. Ambas cuentan con sensor CCD (el habitual en las compactas) de 16 megapíxeles, aunque sólo la primera ofrece un buen gran angular integrado y grabación de vídeo en HD.
La primera costará 140€, mientras que la segunda no llegará ni a los 100.