Tras llevarse el premio PHotoEspaña 2012, Alberto García-Alix se ha puesto de moda en las redes sociales. Raro es el día en el que nadie sube alguna de sus impresionantes fotografías a un post cualquiera, lo que denota que la educación estética es posible y que andamos algo cortos de memoria.
Cortos de memoria porque el fotógrafo leonés es uno de los más geniales fotógrafos españoles no desde ayer, sino desde los años 80. No en vano, fue uno de los abanderados de la movida madrileña, y ya en 1999 se hizo con el Premio Nacional de Fotografía.
Desde el pasado mes de febrero podemos asistir a una muy oportuna exposición de la vertiente más íntima del trabajo de García-Alix (en realidad, todo en él es intimidad) en el Centro de la Imagen de Barcelona titulada “Alberto García-Alix. Autorretrato”. En ella se hace un repaso (obviamente) a los autorretratos que el fotorreportero se ha ido haciendo a lo largo de su extensa carrera.
Según el propio fotógrafo urbanita, no se trata tanto de una autobiografía visual como de un ejercicio de indagación en su propia identidad, que se ve sumergida en diferentes situaciones y circunstancias que entrañan escenarios y accidentes vitales distintos.
La exposición, que podemos visitar hasta el próximo 5 de mayo, cuenta con “casi” setenta fotografías en blanco y negro del artista, en las que la imaginación, el costumbrismo y la maestría se dan la mano a través de sus dos inseparables cámaras, una Leica y una Hasselblad.
Su mundo de tatuajes, heridas, encuentros nocturnos e intimidad desnuda ya se ha convertido en referente gracias a publicaciones como Vogue o Vanity Fair, que han acogido sus retratos de personalidades como Pedro Almodóvar, Emma Suárez o Camarón de la Isla.
Una exposición que supone el abc de la fotografía contemporánea y que esperemos viaje a otras latitudes y territorios de nuestro país.