La pata la metemos todos una media de 200 veces en un año. Somos humanos y tenemos una morbosa tendencia a hablar sin pensar antes o dejándonos llevar por unos intereses egoístas y parciales. Pero claro, cuando quien mete la pata es Marissa Mayer, directora de Yahoo (y, en consecuencia, una de las máximas responsables de Flickr), el exabrupto pasa de ser una mera anécdota para convertirse en una sospechosa e interesada forma de desprecio.
A propósito de la presentación del renovado Flickr y una pregunta acerca de la necesidad de explotar un Flickr Pro, la señorita Mayer contestó, ni corta ni perezosa, que “hoy por hoy no existe Flickr Pro porque los fotógrafos profesionales han dejado de existir”.
Aunque la sagaz empresaria haya corrido a corregir sus declaraciones en su cuenta de Twitter señalando que se ha tratado de un mero error (¿error expresivo o mental?), la sangre ya ha llegado al río y los fotógrafos profesionales han corrido a cebarse con la dueña de la multinacional.
A mí, personalmente, no me parecen en absoluto fortuitas las palabras de la Meyer. Desde hace ya muchos años, Flickr se ha convertido en un cajón desastre en el que se valora antes la cantidad de contactos que posees que la calidad de tus fotografías, hasta el punto de ser antes una red social que una red fotográfica.
En el extremo opuesto se encuentran páginas como 500px, en las que se subraya hasta el hartazgo que subas únicamente tus mejores fotografías, que vendas tus fotos o que te hagas tus portfolios profesionales.
En cualquier caso, la desaparición del fotógrafo profesional sería una muy buena noticia para los que sólo ven en la fotografía un argumento para vender teléfonos móviles o para los que sólo quieren forrarse a costa de la ingenuidad de los aficionados.
Seamos serios. La cámara no hace al fotógrafo. Ni tampoco la cantidad de contactos que tenga en Facebook. Una buena foto es una buena foto ahora, hace un siglo y dentro de tres mil años.
La fotografía puede ser una preciosa afición que merece el más grande de los respetos; pero la fotografía profesional no sólo existe, es necesaria como cualquier otra disciplina artística o cualquier otra ocupación.
Imaginarse a un aficionado haciendo el trabajo de la Leibovitz, Jordi Gual o García Rodero resulta del todo absurdo.