Una vez consideradas las ventajas e inconvenientes de la fotografía de interiores, vamos a repasar las condiciones materiales necesarias para hacer un buen trabajo.
La cámara fotográfica
Aquí no cabe ninguna duda: las cámaras Full Frame son las más aconsejables para realizar fotografías de interiores. Las razones son más que obvias: su sensor de 35mm, más grande que el las Réflex APS-C (por no hablar del de los teléfonos móviles o la mayoría de las compactas con y sin espejo), va a permitirnos trabajar con menos ruido y, lo más importante, captar un interior sin tener que recurrir a objetivos que deformen excesivamente las habitaciones.
Como ya hemos repetido cientos de veces, todo aquel sensor que no sea Full Frame posee un factor de multiplicación que acerca el elemento a fotografiar, de tal modo que un 15mm se convierte en una APS-C en un 24mm, restándonos perspectiva y amplitud (elementos esenciales en este tipo de fotografía).
Los objetivos
Esto no quiere decir, sin embargo, que no podamos trabajar con una cámara de formato APS-C. Siempre resultará más incómodo que hacerlo con una Full Frame, pero no resulta ni imposible ni desaconsejable.
El factor de multiplicación de las cámaras de formato APS-C sólo adquiere sentido en función de los objetivos que utilicemos. De tal modo que si con una Canon EOS 5D vamos más que sobrados con un objetivo de 17mm, con una 7D obtendremos prácticamente los mismos resultados si trabajamos con un 10mm (en formato completo, considerando el factor de multiplicación, correspondería a un 16mm).
Así, lo más aconsejable es trabajar con grandes angulares de calidad. Esto es: que no se vean lastrados por una aberración geométrica desorbitada.
Nunca trabajes con ojos de pez
Por las razones antes expuestas, uno podría creer que un ojo de pez (unos 8mm en sensores APS-C) es lo más aconsejable para la fotografía de interiores, lo que es completamente falso.
8mm nos dan una perspectiva lo suficientemente amplia como para trabajar con prácticamente cualquier espacio, sin embargo, por la construcción de la lente, obtendremos una aberración geométrica tan extrema que tendremos que pasarnos horas corrigiéndola frente al ordenador (y no siempre con éxito).
El indispensable trípode
Finalmente, se hace del todo aconsejable llevar siempre con nosotros el trípode. La fotografía de interiores no admite forma alguna de trepidación. Todo debe estar en su sitio y de forma clara y definida, y además nos enfrentaremos a escenas insuficientemente iluminadas.
Así, siempre es mejor confiarnos a la estabilidad que ofrece un trípode que andar forzando la sensibilidad ISO de nuestro sensor (que se traduce en ruido).
Como habréis visto, en esta breve enumeración de materiales necesarios para trabajar con escenas interiores en ningún momento hemos hablado de flashes externos o ventanas de iluminación. ¿Por qué? En el próximo capítulo lo veremos.