El procesado de las imágenes de interiores (y arquitectura, por qué no) parte de una premisa que jamás debemos olvidar: como ya hemos señalado hasta el hartazgo en capítulo interiores, al trabajar con grandes angulares nos estamos metiendo en el pantanoso mundo de la aberración geométrica. Esto es: la mayor parte de nuestro trabajo frente a Photoshop o Lightroom va a consistir en corregir las perspectivas y las líneas no enderezadas.
Ahora bien, para que este trabajo de corrección sea posible, antes tenemos que haber tomado una serie de fotografías correctas. Hay algunas fotos que son imposibles de corregir porque no nos hemos fijado en la cuadrícula del visor o porque no hemos disparado teniendo en cuenta que luego retorceremos la imagen hasta dar con una composición limpia.
Debido a esto, nunca te olvides de encuadrar tus disparos de tal modo que sobre aire por los cuatro costados, ya que todos los recortes que hagamos posteriormente reducirán las dimensiones de tu fotografía.
Photoshop o Lightroom
Como todos sabéis, Lightroom se ha convertido, con el paso de los años, en la herramienta por excelencia para el procesado profesional de fotografías. No consume tantos recursos como su hermano mayor, pone a nuestra disposición todo lo que necesitamos para obtener unos resultados precisos, y además no nos agobia con opciones que no vamos a utilizar jamás.
Por estas razones, yo, personalmente, prefiero tirar de Lightroom antes que de Photoshop; aunque si necesitamos una corrección de lente demasiado prolija, es posible que en alguna ocasión tengamos que echar mano del más famoso programa de Adobe.
Antes de que nos metamos a fondo en el fabuloso mundo de la corrección de lente, sólo una consejo general: olvídate de grandes alardes frente al ordenador. No se trata de maquillar el resultado o de hacer montajes. El procesado de imágenes de interiores sólo debe buscar la corrección, la limpieza y la claridad.