A algunos fotógrafos les termina pasando lo que a Bert Stern: a pesar de ser un maestro del retrato o de la fotografía publicitaria, termina siendo recordado únicamente por una de sus sesiones, que el azar quiso que se convirtiese en una de las más importantes dentro de la historia del cine.
Así, había trabajado para las principales revistas de cine y tendencias de los Estados Unidos, había retratado a personajes de la talla de Audrey Hepburn, Elisabeth Taylor, Claudia Cardinale o la bellísima Catherine Deneuve, pero su sesión a Marilyn Monroe en 1962, pocos meses antes de su dramática muerte, marcó para siempre su carrera.
El joven Stern había nacido en Brooklyn 33 años atrás, y la sesión a la última Marilyn la realizó en el hotel Bel-Air de Los Ángeles en la cúspide de la carrera de la actriz. El fotógrafo, consciente tal vez de que se hallaba ante uno de los momentos más importantes de su vida como fotógrafo, tomó la barbaridad de 2.571 fotografías (por supuesto, analógicas).
La serie, realizada en la habitación de la actriz, desprende tal intimidad, sensualidad y sensibilidad que se trata de la colección de fotos más valoradas de Marilyn. Así, los desnudos integrales tamizados por la luz natural de la habitación constituyen auténticas obras maestras del retrato.
Una parte de la serie (conocida como The last sitting) fue publicada en su momento por la revista Vogue, aunque luego ha aparecido en cientos de miles de revistas y muchos de los originales han sido subastados por precios astronómicos.
Tras crear su propio estudio, Bert Stern se trasladó a vivir a España a mediados de los años setenta, momento en el que se centró mayormente en la fotografía publicitaria y en el cine.
Finalmente, el pasado 26 de junio, su mujer, Shannah Laumeister, anunció la muerte del gran Stern en Manhattan.