Como sucede en todos los nichos comerciales, a medida que las cámaras sin espejo se van imponiendo en el mercado los modelos se van diferenciando de una forma más notable. Así, tenemos cámaras sin espejo con sensores minimalistas, compactas de ópticas intercambiables con sensores APS-C, con pantalla retráctil, con visor y, ahora, sin visor.
De este modo, Fujifilm acaba de presentar su más pequeña y modesta compacta sin espejo, la X-M1, que se diferencia elementalmente de sus dos hermanas mayores (la X-Pro 1 y la X-E1) en que carece de visor y se basta con la pantalla trasera.
No obstante, sus especificaciones son realmente interesantes, y la desaparición del visor ha llevado a la firma japonesa a diseñar la más compacta, pequeña y preciosa de sus Evil, que se asemeja más que ninguna otra a las viejas Leica.
Presentada con tres diseños diferentes (me pido la marrón), la Fujifilm X-M1 luce en sus entrañas un sensor de X-Trans de tamaño APS-C que alberga 16 megapíxeles (al igual que los modelos más ostentosos) y sólo pesa 300 gramos, lo que nos da una idea bastante precisa de sus reducidas y compactas dimensiones.
Es capaz de disparar 5,6 fotogramas por segundo, tiene una sensibilidad máxima de 25.600 ISO y una velocidad máxima de obturación de 1/4000. Dispone (por supuesto) de grabación de vídeo en Full HD e integra WIFI.
Además de posibilitar el disparo manual y en RAW (procesable desde la misma máquina), la X-M1 ofrece al usuario no especializado un buen número de filtros de los llamados creativos, así como modos mixtos de disparo.
Saldrá con un objetivo (intercambiable, por supuesto) zoom Fujinon 16-50mm f3.5-5.6 OIS de serie, y por supuesto desconocemos aún su fecha de salida y su precio (que se presume inferior al de sus dos hermanas mayores).