Hoy nos alejamos de los grandes clásicos que solemos presentar en esta sección y nos arriesgamos con una autora que casi no cumple los 23 años. La razón la podéis encontrar en su propia obra, misteriosa, preciosista y compleja, en la que une las nuevas tendencias visuales a materiales y técnicas antiguas.
Nastya Kaletkina nació en Moscú en 1990, y en la actualidad sigue viviendo y trabajando en Rusia mientras estudia fotografía en Colegio Rodchenko de Arte y Multimedia.
A pesar de estar en continuo contacto con las nuevas tecnologías, Kaletnika admite que sólo le llama la atención la fotografía analógica; más concretamente, la fotografía analógica con carretes antiguos.
Su experimentación fotográfica parte precisamente del reciclaje de materiales en desuso. Así, admite que le encanta jugar con los desenfoques producidos por la estructura de las cámaras viejas, emplear carretes caducados o usados, y jugar un poco con el azar al meterse en el cuarto oscuro y revelar diferentes exposiciones superpuestas.
Alguno pensará que nos encontramos ante una miembro oficial de la Sociedad Lomográfica, sin embargo, a mi modo de ver, no se trata de lo mismo. Nastya Kaletkina va mucho más atrás en el tiempo que los amantes de las cámaras de plástico de los regímenes comunistas de los 80. Algunas de sus fotografías parecen arrancadas del siglo XIX, y el trabajo en el cuarto oscuro es complejo y profesional.
Comenta la fotógrafa rusa que su mayor fuente de inspiración es su propia intimidad, los hechos fortuitos que desfilan delante de su cámara y que capta sin reparar demasiado en su habilidad innata para trabajar con el encuadre y los colores; y que el blanco y negro constituye un universo fascinante en el que la atención olvida el atractivo de los colores para indagar en otras formas de expresividad.