Y esto es todo. Si habéis seguido desde la primera entrega este exhaustivo tutorial sobre la fotografía de interiores, estaréis en disposición de afirmar que no tenéis ni idea de cómo se hace una buena foto de una habitación o un edificio, pero que al menos sabéis distinguir a un fotógrafo que se dedica a estas lides por su trípode adosado a la espalda, su gran angular y su mirada llena de líneas.
Porque hay que tener muy presente que conocer las nociones elementales para dedicarse a la fotografía de interiores no implica, ni mucho menos, que ya se sepa cómo hacerlo.
Como sucede con todos los palos de la fotografía, la teoría sólo sirve para luego contrastarla con la práctica, y sólo después de haber realizado media docena de sesiones empezaréis a tener meridianamente claro de qué va el asunto.
En cualquier caso, nunca viene mal recordar dos o tres ideas elementales:
Hay que invertir en equipo
No, no te vale con el iPhone ni con 17-55 que viene con la cámara. Necesitas un equipo muy específico que pasa por tener un buen trípode, un gran angular (si tiras de sensor APS-C un ultra-gran angular) y una cámara que no tenga un factor de multiplicación demasiado alto.
Coge la regla y el cartabón
O aprendes a emplear adecuadamente la corrección de la distorsión de lente de Lightroom o Photoshop o ya te puedes ir olvidando de este tipo de fotografía. Ni los cosidos van a funcionar siempre ni ningún preajuste te va a salvar una foto.
Aquí, la limpieza, la claridad y la ausencia de ruidos, viñeteos y saturaciones lo son todo.
No dejes para el software lo que debes hacer con la cámara
En realidad es un principio que se debe aplicar a todos los tipos de fotografía, pero aquí aún más. Las fotos se hacen en el edificio o en la casa, no frente al ordenador. Ninguna corrección de la aberración de lente te va a salvar una toma excesivamente torcida, que no haya considerado los posteriores recortes o que haga uso de una sensibilidad desmadrada.