Nacido en 1933 en Oak Park, Bruce Davidson comenzó a experimentar con la fotografía cuando sólo tenía 10 años. Su madre, soltera, le montó en casa su primer cuarto oscuro cuando apenas era un niño que daba eternos paseos por su barrio registrando con su cámara lo cotidiano.
Con sólo 16 años se hizo con el premio Kodak National High School, y con 18 era ya un maestro en lo que se refiere al empleo de la técnica fotográfica y el revelado analógico.
En 1955 publican sus fotografías en la revista Life, y tras pasar por la armada de los Estados Unidos (donde trabajó como fotógrafo) conoce a Henri Cartier-Bresson, quien le da consejos mientras expresa su admiración por el trabajo del jovencísimo fotógrafo.
No en vano, en 1957 (tenía sólo 24 años) pasa a ser integrante de la Agencia Magnum, para la que realiza uno de sus más destacables trabajos: Brooklyn Gangs, una serie de imágenes que retratan fielmente el espíritu de los suburbios de Nueva York y sus bandas de desheredados.
Pero fue en 1961 cuando Bruce Davidson inició el proyecto que lo convertiría posteriormente en uno de los fotógrafos más legendarios de la historia: en plena agitación social por la segregación racial de los negros en Norteamérica se une a la marcha pacífica de Martin Luther King y se dedica a fotografiar durante cinco intensos años la irrupción de un nuevo modelo social que hoy se sigue cuestionando en determinados estados del sur de los Estados Unidos.
En los años 70 se fija en los habitantes del Harlem neoyorkino y se lleva un buen saco de premios, y ya en los años 90 centra su mirada espontánea e intuitiva sobre Central Park, completando uno de los frescos más ricos de Nueva York.
Como retratista, inmortalizó a personajes esenciales de nuestra historia reciente, como John Cage, Marilyn Monroe, Leonard Bernstein, Andy Warhol o Jack Kerouac.
Entre la infinidad de premios que ha recibido a lo largo de su carrera, destaca el Sony World Photography Award por su contribución a la fotografía.