Debido a la larga represión soviética y a las diversas desventuras políticas a la que se ha visto expuesta, Europa del Este es, hoy por hoy, uno de los grandes tesoros de la fotografía documental contemporánea. Cada dos meses, un fotógrafo olvidado o un nuevo talento viene a remover los cimientos de la fotografía actual gracias a una visión singular y extremadamente brillante.
Jaroslav Ku?era es un claro ejemplo de esto. Considerado un auténtico maestro dentro de la República Checa desde hace ya más de 30 años, no se ha dado a conocer en los ambientes occidentales hasta el año 2001, cuando se hizo con el Fujifilm Euro Press Photo Award.
Nació en Checoslovaquia en 1946 y estudió, como no podía ser de otra manera dentro de un régimen comunista, ingeniería. Siendo aún estudiante participó en las manifestaciones contra el gobierno que precedieron a la célebre primavera de Praga de 1968.
En 1969 funda junto a otros colegas el club fotográfico Strahov y decide dedicarse por entero a la fotografía. Así, tras licenciarse en ingeniería en 1973, empieza a trabajar como freelance para distintas publicaciones.
En sus ratos libres desarrolla el que será uno de sus trabajos más valorados: Las personas que conocí, que constituye un canto a la gente con la que convive, a los márgenes de una sociedad que lucha contra la ocupación soviética. Clubes nocturnos, prostitutas y mendigos se convierten en el leit motiv de su obra documental.
Ahora bien, el trabajo del genio checo se aleja de las convenciones occidentales y participa activamente en cada uno de sus trabajos. Sus retratados lo consideran un amigo, alguien entrañable que no se limita a hacer fotos, sino a conocer, empatizar e involucrarse.
En los años 90 funda la agencia Signum y empieza a exponer en todo el mundo, recibiendo finalmente el premio que le hará mundialmente famoso en 2001.
En la actualidad, Ku?era sigue sorprendiéndonos con sesiones indispensables en las que su intuición y su naturalidad sirven como vehículo para inmortalizar las diferentes revoluciones sociales que se siguen produciendo en la República Checa. Además se ha convertido en el padrino de los fotógrafos marginados de su país.