Los más avispados se habrán dado cuenta ya: una de las limitaciones congénitas más ostensibles de la fotografía móvil se encuentra en las dimensiones de los teléfonos móviles. Si Apple o Samsung se empeñan en hacer modelos cada vez más delgados y pequeños, los sensores incluidos en ellos tienen que ser, forzosamente, también más pequeños.
Y habrá quien piense en los Lumia y en el milagro 1020, sin embargo, hay una gran diferencia. La mejor cámara móvil del mercado viene con un teléfono extremadamente ancho si consideramos los iPhone y los Galaxy.
Es más, si hacéis una comparativa entre el tamaño del sensor de los móviles más celebrados y el de la cámara compacta más sucinta, veréis que el de ésta es infinitamente mejor.
¿Cuántos píxeles se pueden meter en el sensor de un móvil sin que éste estalle de puro ridículo? ¿Cuánto ruido concentrado es capaz de asumir el ojo humano sin caer en la esquizofrenia?
Sony parece tener la solución.
Desde hace ya bastante tiempo se viene hablando del diseño por parte del gigante japonés de unos objetivos externos con sensor integrado. Es decir: ya que no podemos hacer teléfonos menos delgados (porque se venderían menos, obviamente), saquemos el sensor de éste y coloquémoslo en el objetivo.
Así, éste tendrá su propio motor, su propio zoom y el tamaño necesario para dejar de hacer el ridículo.
Las imágenes filtradas, de ser ciertas, nos muestran un ladrillo de objetivo adosado al móvil, lo que puede resultar estéticamente dudoso pero mucho más sensato.
La rumorología apunta incluso a la efectiva existencia de dos de estos modelos: un 28-100mm de luminosidad extraordinaria (parte de un número f de 1.8) que monta un sensor de 1 pulgada (20 megapíxeles); y un CMOS algo más pequeño (pero también con menor resolución) con un zoom de 10 aumentos.
¿Habrá dado Sony con la piedra filosofal? En septiembre (dicen) saldremos de dudas.