Anunciado en el mes de marzo del presente año, el nuevo sensor CMOS desarrollado por Canon para captar imágenes en la más absoluta oscuridad está empezando a superar las primeras pruebas de campo con una asombrosa solvencia.
En la última nota de prensa emitida por la firma japonesa podemos observar el vuelo (no es broma) de las luciérnagas de la isla nipona de Ishigaki con total claridad, sin ninguna clase de iluminación artificial. Es más, tal y como destacan en la introducción al vídeo, no sólo se pueden ver las luces emitidas por los insectos, también la vegetación que las rodea.
Para que os hagáis una idea, el sensor es capaz de grabar imágenes que el ojo humano no sería capaz de captar, acercándose al mundo de los infrarrojos sin necesidad de invertir los colores y los tonos.
El milagro del nuevo sensor CMOS de Canon se halla en el empleo de una nueva circuitería dedicada y en el mantenimiento de una resolución moderada (1920 x 1080 puntos) en una superficie de 35 mm.
Es decir: si la reina de las réflex de la marca nipona, la Canon EOS 1D X, emplea los diodos más grandes del mercado, el nuevo sensor utiliza unos que son casi ocho veces más grandes, siendo capaces de grabar una luz de sólo 0,01 lúmenes (unidad de medida científica de la luminosidad) sin apenas arrojar ruido.
¿Qué utilidad inmediata tiene el desarrollo de esta tecnología? Por lo que parece, ninguna. Nos hallamos ante inversión pura y dura en I+D que se terminará aplicando a la grabación de vídeo y la fotografía con fines médicos y científicos (observación de la naturaleza, astronomía, etcétera).
Eso sí, cuando el nuevo CMOS esté completamente desarrollado y su producción no sea demasiado costosa, nos imaginamos que los fotógrafos de a pie podremos disfrutar de sus bondades.