Vamos a ponernos serios y a intentar no sofocarnos demasiado.
La exposición itinerante de World Press Photo abandonará a principios del próximo mes de noviembre el Círculo de Bellas Artes de Madrid para trasladarse al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB).
Hasta aquí, todo bien.
La polémica ha surgido cuando el consistorio del ayuntamiento de la Ciudad Condal ha rechazado la fotografía elegida por el CCCB para engalanar las calles y promocionar el evento y ha exigido otra.
La propuesta inicial es el retrato del torero Juan José Padilla realizado por Daniel Ochoa de Olza, quien se hizo con el segundo premio en el certamen de fotoperiodismo más importante del mundo, y ha sido censurada por motivos difusos amparados por las palabras de un portavoz municipal, que dice que el ayuntamiento busca imágenes “que se adecúen a los valores de la campaña “Barcelona inspira”.
Teniendo en cuenta el marcado rechazo del consistorio catalán a la fiesta de los toros, las suspicacias han llenado los tabloides de todo el país, nos tememos que no sin razón.
¿Qué otra razón que no sea ideológica puede llevar a desechar una imagen tan poderosa y emblemática? ¿Acaso los miembros del jurado de World Press Photo tienen menos ojo que el ayuntamiento de Barcelona para esto de la fotografía? ¿Es que nos estamos volviendo tontos?
Habría que recordar a los señores responsables de la decisión el enunciado de uno de los cuadros más famosos e inteligentes de la historia de la pintura: “Esto no es una pipa”, de René Magritte.
Es decir: habría que explicarles que la representación artística de un hecho no implica en ningún caso su apología o la presencia efectiva del objeto pintado, fotografiado o filmado.
El arte se mueve en una dimensión completamente ajena a las consideraciones ideológicas, de lo contrario nos tememos que no volveremos a ver la Tauromaquia de Goya o muchas obras de Picasso en un museo catalán, dejaríamos de ver los cuadros de Dalí por sus afinidades con Franco o quemaríamos los libros de Knut Hamsun y Céline por sus simpatías hacia el nazismo.
Aunque todo esto son especulaciones. El consistorio catalán ha corrido a desmentir las especulaciones de los medios y ha afirmado que el rechazo de la obra de Ochoa de Olza no tiene nada que ver con un posicionamiento ideológico.
Suponemos que será entonces porque la foto no da la talla, no lucirá bien en las calles de Barcelona o porque el jurado de World Press Photo y los responsables del CCCB tienen un pésimo gusto.
En fin.