Durante este año que no termina de acabar hemos asistido, en mi opinión, al verdadero desarrollo de una tecnología alternativa a la que han venido ofreciendo desde hace décadas las cámaras réflex.
Cuando se anunciaron las primeras cámaras micro cuatro tercios, muchos fuimos los que miramos con desdén unas cámaras de sensor limitado que pretendían subirse al carro de la fotografía profesional cuando aún no podían hacerlo.
Tampoco es que el sensor lo sea absolutamente todo en el mundo de la fotografía, pero su tamaño y rango sí pueden determinar el 90% de su calidad.
Ahora bien, el transcurso de meses y más meses buscando la piedra filosofal, sobre todo por parte de aquellas compañías que veían imposible comerle terreno a las réflex de Canon y Nikon, ha conducido efectivamente al nacimiento de las primeras alternativas reales.
La Sony RX1R, por ejemplo, viste un sensor de formato completo en un cuerpo reducido que sí supone una opción para el fotógrafo profesional, aunque sea a cambio de pagar 3000€, más de lo que cuesta una Canon EOS 5D Mark III.
Por otro lado, desde Panasonic ya anuncian un sensor capaz de grabar vídeo en formato 4K en un cuerpo micro cuatro tercios, pero por un precio que también ronda los 3000€.
Es decir: las alternativas a las cámaras réflex, que basan su presunta superioridad sobre éstas en su reducido tamaño, cuestan lo mismo o más que un equipo profesional de toda la vida.
La pregunta me parece bastante obvia: ¿tiene sentido que una nueva tecnología base sus virtudes únicamente en el tamaño del cuerpo de la cámara?
Está claro que un cuerpo pequeño siempre es más manejable que uno grande, y que ese irresistible atractivo que guardan las cámaras Leica siempre nos seducirá; pero tampoco cabe duda de que los cuerpos grandes también poseen unas virtudes que poco a poco vamos olvidando: son ergonómicamente hablando mucho más avanzados, y además ofrecen una estabilidad a la hora de disparar que dista mucho de la que puede ofrecer un cuerpo pequeño, siempre sujeto a la más mínima vibración o alteración del pulso.
Con esto no quiero decir que las réflex sean preferibles a las nuevas tecnologías ni mucho menos, sólo cuestiono un nuevo modelo de negocio que nos entra por los ojos con mucha facilidad.
Aunque de lo que sí estoy seguro es de lo que comentaba un colega en un blog de la competencia: cuando se impongan las cámaras profesionales de dimensiones comedidas se pondrán de moda las réflex.
Así somos de caprichosos.