La importancia de la fotografía en el ámbito científico es una evidencia. Desde su invención hace ya casi dos siglos, ha acompañado todos y cada uno de los grandes momentos de la investigación científica, bien para indagar en determinados aspectos de la misma, bien para dejar constancia de hechos difíciles de repetir.
Así, los conservadores de la New Zealand Antartic Heritage Trust (agrupación de investigadores independientes procedentes de cuatro países distintos) acaba de dar a conocer uno de los hallazgos fotográficos y científicos más insólitos que se conocen.
Se trata de una serie de rollos de fotografía que se han conservado milagrosamente en un refugio ubicado en el Ártico lindante con Nueva Zelanda. Un total de 22 rollos de películas que han permanecido un siglo congelados en un albergue que han estado restaurando los miembros de la New Zealand Antartic Heritage.
Y aunque parezca inverosímil, los investigadores han sido capaces de positivar los negativos y de rescatar la mayor parte de las fotografías, que muestran una de las más antiguas expediciones a la parte más septentrional de nuestro planeta.
Aunque no se sabe con seguridad quién es el autor de las fotografías, se presume que se trata de Arnold Patrick Spencer-Smith, fotógrafo encargado de seguir las peripecias de la expedición que aparece en las imágenes.
Lo que sí se sabe con seguridad es que Arnold y sus colegas tuvieron que abandonar el refugio en el que se guarecían debido a una inmensa tormenta de nieve que arrasó la Antártida.
Cabría preguntarse qué hubiese pasado si Arnold, en lugar de dejar una película analógica, hubiese dejado una tarjeta de memoria digital. ¿Creéis que una Sandisk hubiese soportado tales rigores climáticos durante un siglo? ¿Nos lleva la tecnología a unos métodos de almacenaje más rápidos y baratos pero menos perdurables?