¿Es un tablet? ¿Es una cámara? Pues no. Ni una cosa ni otra. Desde que Samsung inaugurase un nuevo y controvertido nicho comercial con su Galaxy Camera, no hemos tenido más remedio que asumir que la fotografía móvil ha llegado para quedarse y que cada equis tiempo tendremos que asumir nuevas formas de entender la fotografía.
Porque si la mayor parte de los teléfonos móviles se ven lastrados por su diseño y tamaño, un fabricante como Samsung no tenía otro remedio que desmarcarse de las propuestas de las muy superiores Nokia y Sony inventándose un producto híbrido, que abandonase las líneas de diseño impuestas por el mercado móvil.
Así, la Samsung Galaxy Camera es un tablet que a su vez es una cámara de fotos. Te permite estar conectado continuamente al mundo y a la vez hacer fotos mejores que las que puede hacer un iPhone o un Galaxy (que no mejores que un Lumia o un Xperia).
A lo que íbamos: Samsung ha presentado junto a su nueva NX la primera renovación seria de su Galaxy Camera variando únicamente dos aspectos de su predecesora: su diseño, que ahora es más clásico (la moda es la moda, señoras y señores); y su procesador, que ahora consta de cuatro núcleos acomàñados por una RAM más potente.
Por lo demás, sigue vistiendo un sensor CMOS de tamaño reducido y 16 megapíxeles, un objetivo integrado con un zoom estabilizado de 21 aumentos y el sistema operativo de Android.
¿Para qué sirve entonces la actualización del procesador y la RAM? Muy sencillo: para que el funcionamiento de la cámara y la tableta sea más ágil y se comporte de una manera más fluida con las distintas aplicaciones que se incorporan a la cámara.
Sí, se trata de una manera bien extraña de concebir la renovación de una cámara de fotos; pero, como señalamos más arriba, tendremos que irnos acostumbrando a este tipo de experimentos con las nuevas tecnologías.