Si entendiésemos la cúpula del cielo como el techo de un inmenso estudio de fotografía, probablemente elegiríamos mucho mejor los momentos para lanzarnos a la calle a hacer fotos. Es cierto que a veces la intuición o la vehemencia pueden con cualquier clase de estrategia o premeditación, y que una mala luz no va a impedir que hagamos la foto de nuestra vida, pero siempre es aconsejable tener presente que el sol, las nubes o el mar funcionan exactamente igual que las fuentes de luz o los difusores de un estudio.
Es seguro que ya lo habéis experimentado. A las 12 del mediodía, si no hay ni una nube en el cielo, los volúmenes se apagan y los contrastes son excesivos. Sin embargo, a medida que se acerca la puesta de sol o el amanecer, los perfiles se alargan y los colores cobran vida; los contrastes son más suaves y todos parecemos mejores fotógrafos.
La hora azul
Esta curiosa expresión procede del francés, más concretamente de l’heure blue, y hace referencia al lapso de tiempo en el que no hay ni luz diurna ni luz nocturna. El sol, que casi se ha ido o casi ha salido, no posee la suficiente fuerza como para iluminar con violencia la atmósfera, y la luz, perfectamente difuminada, adopta colores azulados y dorados.
Hablando en términos de estudio de fotografía: es como si hubiesen colocado un inmenso difusor ante la fuente de luz, llenando todo de matices y contrastes suaves. Todas las escenas que se producen entonces parecen más significativas, y cualquier excusa es buena para disparar sin piedad.
Consejos técnicos
Claro que no todo el monte es orégano. Por muy arrobado que te encuentres ante el estallido de estímulos de la hora azul tu cámara permanecerá impasible. Por mucho que la quieras, debes considerar que no tiene sentimientos, y que sin unas nociones técnicas elementales no sabrá responder a las condiciones lumínicas, por muy perfectas que éstas sean.
- Usa trípode: como ya hemos señalado, la hora azul se caracteriza porque la luz se presenta muy difuminada, lo que quiere decir que el sensor de tu cámara requerirá tiempos de exposición largos. Así que no te olvides de usar tu trípode para evitar trepidaciones.
- Dispara en manual: si te has fijado, las formas de medición automática de la luz que trae tu cámara tienen una curiosa manía. Siempre pretenden que haya más luz de la que realmente hay. Si nos hallamos ante una escena nocturna, pretenderá que ésta parezca diurna, obligándonos a utilizar unos tiempos de exposición eternos y un ISO prohibitivo. Por todo esto, es aconsejable que dispares en manual y que tú mismo decidas cuánta luz debe haber en tus fotos.
- No olvides el blanco y negro: por supuesto, debes disparar en RAW, nunca en blanco y negro o JPG; pero ten muy presente a la hora de procesar tus fotos que los impresionantes colores de la hora azul esconden unos contrastes sutiles y preciosos que quedarán subrayados con el uso de la escala de grises.
- Métete en la escena, luego, dispara: la hora azul es para disfrutarla y meterse en ella. Debes entender el aire de extrañeza que impregna todo dejándote impregnar tú mismo. Entonces verás con más facilidad los encuadres y las escenas.
- No olvides echarle un ojo a la página de la AEMET: allí encontrarás toda la información necesaria para saber a qué hora sale y se pone el sol.