Hoy vamos a centrarnos en el momento elemental dentro de la fotografía de primera comunión: la ceremonia; en la que, como vais a ver, tendremos que exprimir tanto nuestro equipo como nuestra capacidad para sortear numerosas dificultades.
La ceremonia
Y llegamos a la parte más pesada de la fotografía de comuniones, cuando nos veremos limitados por infinidad de elementos externos a nuestro propio trabajo: una iglesia es un templo en el que todo lo que sucede está regido por un conjunto de normas estrictas que debemos respetar en todo momento.
Es más, lo habitual es que cada parroquia posea su propio fotógrafo, por lo que más de una vez tendremos que lidiar con otros compañeros de profesión que disfrutarán de unas ventajas exclusivas a las que nosotros no tendremos acceso.
Dada la distancia a la que nos encontraremos de los niños y la escasa luz del templo, durante la ceremonia tendremos que sacar todo nuestro arsenal fotográfico. Así, aquí es donde notaremos la inmensa distancia que hay entre una cámara compacta, una cámara de formato APS-C y una cámara Full Frame.
Cuanto mayor sea el tamaño de nuestro sensor, mayor será la velocidad de obturación, la apertura del diafragma y la sensibilidad ISO con la que podremos operar. Por ejemplo: con una cámara Full Frame podemos trabajar con sensibilidades de 2500 ISO sin dificultad, mientras que con una APS-C debemos tener cuidado de no sobrepasar los 1000.
A todo esto hay que unir un teleobjetivo luminoso, que nos permita obtener una apertura de diafragma decente sin llenar de ruido las fotografías.
En el caso de no tener otro remedio que tirar de flash, éste debe ser siempre rebotado, nunca directo. De lo contrario eliminaremos volúmenes y perderemos todo el ambiente que rodea a la ceremonia.
Volviendo a la ceremonia en sí: no se pueden realizar fotografías durante la homilía, y hay que estar especialmente atentos a los momentos clave del rito. En lo que se refiere a la distancia a la que podemos disparar, ésta varía en función de la iglesia, por lo que es conveniente fijarse en lo que hacen los demás fotógrafos y en el carácter del párroco (aquí sí que hay que pensar como un psicólogo).
El banquete
Será una liberación. Al fin tendremos una luz decente y podremos movernos a nuestro antojo. Nuestra función será la de sacar a los comensales y familiares lo más guapos que podamos. Es más, en ocasiones valorarán más que a fulanita no se le vean las arrugas que la calidad estética de la fotografía.
Esto lo veremos más detenidamente en el apartado dedicado al procesado.