Cuando el director de cine y músico brasileño Jarbas Agnelli tropezó con la fotografía de una serie de pájaros dispuestos sobre cinco cables eléctricos, algo debió rompérsele dentro y decidió que tras aquella imagen había algo más que la distribución aleatoria de un conjunto de animales sobre cinco líneas.
La fotografía en ocasiones funciona como una suerte de poderosa máquina de generar analogías, y sirve, como bien saben los surrealistas o nuestro Chema Madoz, para descubrir claves y significados trascendentes en escenas que pueden parecer absolutamente ordinarias.
La fotografía había sido tomada por el fotógrafo también brasileño Paulo Pinto, y había sido publicada en el diario O Estado de Sao Paulo varios años atrás. En ella es fácil reconocer cómo los pájaros se asemejan asombrosamente a notas musicales, y cómo los cables eléctricos pueden interpretarse como las líneas que conforman un pentagrama.
Llevado por la curiosidad, Jarbas Agnelli decidió comprobar si la melodía descrita en el presunto pentagrama correspondía a alguna melodía que tuviese sentido, que resultase melódicamente atractiva, y comenzó a trabajar en una pieza a partir de la posición de los pájaros.
Según sus propias palabras, en ningún momento trató de forzar el sentido sonoro del pentagrama fabuloso. Respetó la posición exacta de cada animal y no utilizó Photoshop, hasta que fue capaz de realizar una notación musical que era perfectamente interpretable.
De este modo, encontró un tempo y una melodía que grabó empleando xilofón, oboe, violín y fagot, y que podéis disfrutar en este enlace.
Lejos de apropiarse de los derechos y la autoría de la canción, Jarbas Agnelli ha decidido que los pájaros figuren en los créditos de la misma.
Fuente: Demilked