Los objetivos dotados de zoom no rinden por igual en todo su rango focal. En realidad se trata de un concepto bastante sencillo de comprender: si fabricamos una lente que es capaz de trabajar con distintas distancias gracias a su zoom, tiene que haber por fuerza un rango concreto en el que las fotos salgan con mayor nitidez y menos aberraciones.
Metiéndonos en honduras: un objetivo todo terreno (por ejemplo) está compuesto por una serie de grupos y elementos que se mueven cuando activamos el zoom. Dicho movimiento hace que en ocasiones se produzcan aberraciones de color y de espacio, ofreciendo sólo unos resultados óptimos bajo un determinado rango.
Por ejemplo: si hacemos fotos con un 24-70mm (el estándar en zoom si trabajamos con full frame), disponemos de dos extremos completamente disímiles dentro de una misma lente: un gran angular y un pequeño tele. Esto supone todo un desafío para la ingeniería óptica, porque los elementos que componen el objetivo tienen que disponerse de tal modo que ofrezcan unos resultados óptimos en ambos extremos.
Como bien sabréis, el mero hecho de colocar un cristal delante de otro ya implica una pérdida de luminosidad, lo que explica, por ejemplo, que los objetivos baratos pierdan pasos de apertura a medida que empleamos el zoom. Siguiendo con el ejemplo anterior: si hacemos una foto a 24mm, dispondremos de una luminosidad de f/2.8; pero si disparamos con 70mm, esta apertura se verá reducida a f/3.5.
¿Qué ha sucedido? Pues que al activar el zoom los cristales internos se han alineado de tal modo que impiden que la apertura del diafragma sea tan grande.
Esta misma idea hay que aplicarla a los conceptos de nitidez y aberración: en los extremos del rango focal (24 y 70mm), el objetivo se fuerza para ofrecer un gran angular y un pequeño tele, por lo que la alineación de elementos internos suele dar lugar a menos definición y más deformaciones.
El punto dulce
El punto dulce es aquel rango focal en el que un objetivo con zoom ofrece la mayor calidad de la que es capaz. Es cuando ofrece mayor definición y menor cantidad de aberraciones. Dicho punto dulce se suele encontrar a medio camino entre los extremos del rango focal, y cuando empleamos una apertura media, ni demasiado grande ni demasiado pequeña.
Por ejemplo: volviendo al 24-70mm, lo habitual es que el punto dulce se encuentre entre los 45 y los 50mm, y en una apertura dos pasos superior a la máxima (si ésta es de f/2.8, la ideal sería f/4).
Por supuesto, cuanto más invirtamos en un objetivo, menor será la pérdida de calidad en los extremos del rango focal, y menos luminosidad perderemos cuando activemos el zoom. Así, podemos encontrar maravillas en el mercado que funcionan con la misma apertura en todo el rango focal, como el célebre Canon EF 70-200mm f/2.8.
¿Por qué es conveniente saber cuál es el punto dulce de nuestros objetivos?
Conviene saber con qué configuración obtenemos mayor calidad de nuestra lente para determinar si es el idóneo para enfrentarnos a una situación. De tal modo que si vamos a trabajar con poca luz y a distancias generosas (por ejemplo), podremos saber si nos vale con nuestro todoterreno habitual o si necesitaremos un fijo (como habréis imaginado, con los objetivos fijos nos ahorramos bastantes problemas en lo que se refiere a aberraciones en los extremos del rango focal).
Vosotros mismos podéis hacer pruebas con vuestro equipo para buscar su punto dulce, aunque en la red podéis encontrar decenas de páginas que se dedican a analizar en laboratorios ópticos el rendimiento de los objetivos más relevantes del mercado.