El colectivo de fotoperiodistas españoles está hasta las narices de que entorpezcan su trabajo, lo que es del todo comprensible cuando el derecho a la información viene recogido y garantizado en la Constitución Española. Si en las últimas y frecuentes manifestaciones que se han producido en las principales capitales de nuestro país se han vulnerado en más de una ocasión sus derechos, parece que a partir de ahora los fotógrafos lo tendrán aún más difícil.
Hace ya dos años, la Federación de Asociaciones de Prensa de España envió a sus fotorreporteros asociados un chaleco blanco para que se identificasen a la hora de cubrir manifestaciones, lo que ya produjo la indignación de los profesionales por dos motivos: dichos chalecos provenían de empresas privadas que se lucraban con su fabricación y distribución (aunque los asociados los recibían de manera gratuita), y dejaban al margen a aquellos compañeros que no eran socios de la FAPE.
Es importante entender lo siguiente: no es en absoluto necesario vestir estos chalecos para trabajar como fotorreportero en un evento cualquiera. Hay muchísimas otras maneras de identificarse, y basta con que un medio nos dé autorización y acreditación para que ejerzamos nuestro derecho a trabajar en la calle con nuestras cámaras.
Pues bien, si no era suficiente con lo del chaleco, la FAPE acaba de enviar a sus fotoperiodistas asociados un nuevo parche rojo que debe colocarse sobre el chaleco blanco. Este nuevo parche es más llamativo y visible, y su función, obviamente, es la de permitir que nos identifiquen y nos vean con más facilidad.
Si a todo esto sumamos la reciente aprobación de la llamada Ley Mordaza (Ley de Seguridad Ciudadana, dicen) por parte del gobierno del PP, nos encontramos ante la situación más crítica a la que se ha enfrentado el fotoperiodismo español desde el inicio de la democracia.
Según uno de los muchos contrasentidos que pueblan esta polémica ley (decreto, más bien), los fotógrafos profesionales pueden ser sancionados con multas de hasta 30.000 euros por realizar fotografías a la policía en determinadas circunstancias.
Si unimos los chalecos de la FAPE a la suspicacia policial, nos hallamos ante una situación verdaderamente crítica, que esperemos no soliviante en exceso los ánimos de los profesionales, los manifestantes y las fuerzas del estado.
Fuente: Quesabesde