Como vimos en en la primera parte de este breve tutorial, el hecho de que tengamos una cámara réflex no implica que no podamos usar los modos semiautomáticos de disparo. Bien al contrario, son especialmente útiles cuando no controlamos la luz de una escena y damos mayor prioridad a la espontaneidad. Sin embargo, éstos no son los únicos motivos que hacen muy aconsejable trabajar con la prioridad a la obturación o a la apertura.
Aprende a disparar en modo manual
Si te has fijado, cuando aprietas el botón de enfoque (el disparador hasta la mitad) y miras por el visor, ante tus ojos aparece no sólo la escena que vas a fotografiar, sino también la información elemental de los ajustes de disparo que se van a emplear. Así, dependiendo de la cámara que tengas, verás la velocidad de obturación, la apertura del diafragma o incluso la sensibilidad ISO.
Cuando disparas en manual, la única manera de saber que estás haciendo lo correcto es observando la barra de exposición (que aparece bajo estos números) y mediante el ensayo y error, lo que no es muy aconsejable si no queremos perdernos ninguna foto en un entorno con luces no controladas.
Sin embargo, cuando disparas en modo semiautomático, sólo tienes que mirar la información que aparece en el visor para ir memorizando qué relaciones de apertura, obturación e ISO son las adecuadas para cada escena.
De este modo, poco a poco, nada más ver una situación dada, sabrás de forma aproximada qué parámetros son los adecuados para captar lo que te interesa.
Claro que el modo manual de disparo sigue siendo el rey
Todo lo escrito anteriormente no debe, sin embargo, llevarnos a confusión. Los modos semiautomáticos de disparo no son siempre efectivos, y tras usarlos de forma exhaustiva llegarás a la conclusión de que hay determinadas escenas con las que es necesario trabajar con el modo manual.
Hay que tener muy presente que los algoritmos que emplean las cámaras para establecer los parámetros adecuados para un disparo semiautomático no siempre son los adecuados, y que en ocasiones no nos permitirán expresar lo que nos interesa.
Así, si tenemos en cuenta que lo que pretende la cámara invariablemente es que consigamos una escena bien iluminada y compensada, encontraremos muchas dificultades para trabajar con escenas muy contrastadas o con poca luz.
Por ejemplo: si estamos realizando fotografías de conciertos (lo que equivale a una luz escasa y caprichosa), la cámara siempre nos pedirá más luz de la que queremos captar, lo que conducirá a tiempos de exposición eternos, ISOS demasiado altos o aperturas demasiado grandes.
En este tipo de casos no tendremos otro remedio que rendirnos a la evidencia de que el modo manual de disparo es el que más sentido tiene, ya que nos permite no sólo captar lo que nos interesa y como nos interesa, sino también ser absolutamente creativos, que al fin y al cabo es de lo que se trata.