Brian Spencer es un fotógrafo amateur que se dedica a subir fotos a su página por mera diversión. Ni es profesional ni lo pretende. Sin embargo, un día subió el retrato de un colibrí a su Facebook y uno de sus lectores le preguntó qué equipo había utilizado para realizar la toma, mientras otro se quejaba de que no tenía el dinero necesario para hacerse con un equipo de veras.
Estos comentarios sugirieron a Spencer un proyecto interesantísimo: realizar una serie compuesta por parejas de tomas exactamente iguales realizadas con un equipo caro y otro barato, para comparar los resultados y comprobar hasta qué punto se diferencian.
El equipo “caro” de Brian Spencer consiste en una Nikon D810, varios objetivos pata negra (como el Nikon 85mm f/1.8), flashes, disparadores y otros accesorios. En total, unos 5.300 euros; mientras que el barato, comprado de segunda mano en Ebay, consiste en una Nikon D40, un par de objetivos baratos y varios accesorios. En total, 506 euros de equipo.
Spencer puso a prueba ambos equipos enfrentándolos a situaciones con diferentes niveles de exigencia. Así, realizó retratos, macros, fotos de larga exposición, fotografía nocturna o paisajismo.
Y para qué vamos a mentir, bajo determinadas condiciones se pueden advertir importantes diferencias entre las fotos realizadas con el equipo caro y las fotos realizadas con el barato. Por ejemplo, el rango dinámico es fácilmente diferenciable, así como la calidad del bokeh o el enfoque; sin embargo (y esto es importante), queda perfectamente demostrado que fotos buenas se pueden hacer con los dos equipos.
Si hay un pero que ponerle a este experimento es que Spencer ha mostrado las fotografías ya procesadas con Photoshop, cuando lo interesante hubiese sido comparar los archivos RAW…
Si queréis ver la serie completa, sólo tenéis que echarle un vistazo a la entrada que escribió para PetaPixel, donde encontraréis las fotografías en alta resolución.