Lo que de pequeños es imaginación, de mayores es esquizofrenia. El primer gran talento que perdemos al ir sumando años es la capacidad para mezclar lo ordinario con lo imaginario. Miles de advertencias, roles, normas y tabúes nos van alejando poco a poco de esa tierra de nadie, hasta el punto de considerar surrealista cualquier realidad en la que lo extraordinario asoma su pezuña bajo la puerta de lo estipulado.
Thomas Dagg es un fotógrafo que vivió buena parte de su infancia obsesionado con Star Wars. Cuenta que a los 8 años veía, literalmente, cómo los personajes de la saga se mezclaban con la realidad, apareciendo por aquí y por allá.
Así que hace 2 años decidió emprender un proyecto fotográfico realmente interesante: recuperar todas esas impresiones y plasmarlas a través de su cámara y el montaje. No se trataba de coger Photoshop y meter a Han Solo y a la Princesa Leia en mitad de una calle porque sí, sino de ser absolutamente fiel a las imágenes que lo asaltaban durante su infancia.
Por lo tanto, tuvo que hacer primero un estricto ejercicio de introspección para luego volcarse sobre el trabajo técnico: ninguno de los elementos insertados de la saga Star Wars pertenecen a la película. Son miniaturas que él mismo ha fotografiado contra un fondo neutro, estudiando las perspectivas y la incidencia de la luz para que luego funcionasen en un entorno real.
El resultado es impresionante, y las fotografías poseen unas cualidades casi mágicas. Se nota en todas ellas que lo que se busca no es la espectacularidad o el ejercicio pirotécnico. De hecho, en ocasiones hay que rastrear toda la foto para encontrar la Estrella de la Muerte o una nave repostando en mitad de una pista de aterrizaje.
Podéis ver toda la serie en la página de Thomas Dagg.
Fuente: PetaPixel